Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

- Tres hombres del pueblo muertos. Muertos los diputados Salas,
Argote y Juan García.
JOSÉ TOMÁS SANABRIA:
-Y Santos Michelena mal herido. De ésta no sale.
MINISTRO I:
-Pero el Poder Legislativo se ha deslegitimado por sus propios
abusos. Usted debería asumir la dictadura, Presidente.
Monagas abre y cierra los ojos sin decir nada, escéptico.
MINISTRO II:
-Páez se va a alzar. Esto no ha sido más que la proclama del
alzamiento de Páez. Hay que reunir un ejército y combatirlo.
Monagas alza las cejas y arruga la frente.
El vicepresidente Urbaneja de repente sonríe, con expresión de quien ha dado
con una maravillosa idea:
VICEPRESIDENTE URBANEJA:
-Aquí no ha pasado nada. Hay que recuperar la normalidad.
Mañana mismo hay que reunir de nuevo las cámaras.
MINISTRO I:
-¿Y si no quieren venir?
VICEPRESIDENTE URBANEJA:
- Vendrán. Nadie deja vacante una curul parlamentaria. Mucha
dieta, mucha influencia, mucho negociado.
MINISTRO II:
- ¿Y si alguno se niega?
VICEPRESIDENTE URBANEJA:
-Se convoca al suplente. El que se fue a Sevilla, perdió su silla.
Mañana mismo tenemos Congreso de nuevo. Una reyerta no
puede quebrantar el hilo constitucional.
Monagas deja vagar la mirada por el desordenado recinto, suspira, y exclama,
resignado, con el comienzo de una sonrisa amarga:
MONAGAS:
- La Constitución sirve para todo…
La mujer del pueblo mira el desordenado y enorme recinto que debe terminar
de limpiar y ordenar, se pasa la mano por la frente, se apoya cansada en el
palo de la escoba, y resopla, con resignación forzada.