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Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

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Por la esquina aparece una hilera de fusileros, que dirige un mortal fuego<br />

hacia los seguidores de Rangel.<br />

Rangel y sus maltrechos campesinos y llaneros empiezan a retirarse,<br />

guareciéndose en el precario amparo de portones<br />

Los fusileros avanzan disciplinadamente: la primera fila dispara, y la segunda<br />

pasa al frente para disparar mientras los que estaban en primera fila cargan<br />

de nuevo sus armas.<br />

Primerísimo primer plano de la hilera de bocas de fuego, cuyas detonaciones<br />

relampaguean en la noche.<br />

ESCENA 31<br />

EXTERIOR. DÍA. CALLE DEL PEQUEÑO CASERÍO DE GUAMBRA<br />

Generador de caracteres: Guambra, 1846<br />

El 7 de septiembre de 1846 Ezequiel Zamora pasa revista a su montonera en<br />

Guambra, un pequeño caserío del cual aparecerán en pantalla apenas algunos<br />

ranchos. Irguiéndose sobre la silla de su caballo, se dirige a los heterogéneos<br />

integrantes de la milicia, entre los cuales hay uno que otro montado a caballo<br />

o en mula, y muchos campesinos apenas armados con garrotes o escardillas<br />

(La arenga que sigue fue pronunciada en Tiznados, pero por razones de<br />

desenvolvimiento dramático se la coloca al inicio de la campaña).<br />

ZAMORA:<br />

-Luchamos para proporcionar una situación feliz a los<br />

pobres. Los pobres no tienen nada que temer, no tienen<br />

nada que perder. Que tiemblen los oligarcas, no habrá ni<br />

ricos ni pobres. Queda prohibido el cobro de renta por el<br />

cultivo de la tierra ¡La tierra es libre, es de todos!¡Tierras y<br />

hombres libres!<br />

La última consigna suscita entusiastas vivas:<br />

CAMPESINOS:<br />

-¡Viva el general Zamora!<br />

ZAMORA:<br />

-Yo no soy general.<br />

Mientras Zamora habla, aparecen por una esquina del poblado los restos de la<br />

castigada montonera del Indio Francisco José Rangel, ropas desgarradas y<br />

manchadas de sangre, vendajes improvisados con trapos sucios, heridos que<br />

apenas se mantienen sobre los caballos. El mismo Rangel lleva varias heridas<br />

superficiales, como largos arañazos, y un ensangrentado vendaje en la cabeza,<br />

que parece sustituir la tradicional pañoleta del llanero, y grita, levantando su<br />

trabuco:

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