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Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

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Una humareda se despeja lentamente, dejando ver a Zamora, Gaspers y sus<br />

oficiales que entran al galope con sus caballos por la calle que da a la casa<br />

fuerte de Barinas.<br />

Parapetados en las esquinas, tirados en el suelo, fusileros del ejército liberal<br />

disparan hacia la casa fuerte.<br />

Desde la casa fuerte contestan con un nutrido fuego por las troneras. También<br />

los conservadores disparan desde casas cercanas, con techos de paja.<br />

Desde las posiciones federales arqueros largan flechas incendiarias, que caen<br />

en los techos de paja tras lentas parábolas, y empiezan a incendiarlos.<br />

Una humareda brota desde las ventanas desde donde disparan los<br />

conservadores.<br />

Los conservadores se retiran hacia el interior de las ventanas. Si éstas no<br />

tienen rejas, saltan a la acera, o salen tosiendo por las puertas, y echan a correr<br />

agachados, intentando cubrirse de los ocasionales disparos, que hacen saltar<br />

surtidores de revoque y de bahareque.<br />

En medio del tiroteo reñido, se abre el portón de la casa fuerte, asoma el<br />

coronel Tesalio Cadenas Delgado con un cañoncito con ruedas por el portón,<br />

y dispara ayudado por dos servidores y por el viejo coronel Ramón Escobar.<br />

Tras el disparo del cañoncito, vuela un trozo de la esquina donde se parapetan<br />

varios soldaditos federales, que caen soltando los fusiles.<br />

Los servidores empiezan a recargar afanosamente el cañoncito por la boca.<br />

Aprovechando los breves instantes que toma la recarga, arremete la caballería<br />

liberal hacia el portón, con los jinetes tirados hasta el último instante sobre el<br />

flanco del caballo opuesto a la casa fuerte, para usar las bestias como escudo<br />

contra el fuego.<br />

En el último instante, se yerguen sobre las sillas, acribillan a lanzasos a los<br />

servidores del cañoncito.<br />

Cae el coronel Cadenas herido de un lanzazo, y los jinetes con lazos de soga<br />

cruda enlazan el cañoncito, que es arrastrado hacia una de las esquinas donde<br />

se parapetan los fusileros liberales.<br />

Uno de los lanceros atacantes se tira al suelo junto al sitio donde estaba el<br />

cañoncito, recoge tres balas de cañón y tres cartuchos con carga explosiva, y<br />

vuelve a su montura a toda velocidad.<br />

Zamora verifica la carga, ajusta la posición de tiro del cañoncito, y acciona el<br />

percutor. El cañoncito dispara, y recula, casi saltando.

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