Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

El oficial de guarda resopla, y ase firmemente la empuñadura de su espada
envainada.
Zamora, que contempla la escena postrado en el delirio de la fiebre, se
incorpora tembloroso hasta sentarse, y mira fijamente al pavimento.
El pavimento está embaldosado con lajas de ladrillo cuadradas.
La mano de Zamora arranca un trozo del revoque blanco de la pared, y
usándolo como si fuera una tiza, traza toscamente en una casilla el perfil de la
pieza de ajedrez del caballo.
ESCENA 5
INTERIOR. DÍA. SALA DE LA CASA DEL PRESIDENTE MONAGAS
EN LA PLAZA DE SAN PABLO
En la sala de su casa en la plaza de San Pablo, el general José Tadeo Monagas
recibe en 1847 a Paula Correa de Zamora, la cual, con su sobrio luto de
siempre, hace observaciones al mandatario sobre la difícil situación que
encuentra.
PAULA CORREA:
- Presidente, no vengo a suplicarle. En este Despacho no se habla de
sentimientos sino de política. De 8.798 electores de segundo grado
inscritos, sólo votaron 342 en todo el país. 8.456 no se atrevieron a
votar, por miedo de la persecución. Usted fue elegido con 107 votos.
Con sólo 107 votos de su lado, usted no va a tener más remedio que
seguir las orientaciones del general Páez y del ex Presidente
Soublette, contra esos 8.456 votos que representan el resto del país.
Monagas mira con preocupación sendos retratos de Páez y de Soublette, que
flanquean la sala. Paula Correa sigue, con igual intensidad.
PAULA CORREA:
- Presidente Monagas: los que no quieren dejar de ser jefes quieren
que usted les elimine a sangre y fuego a la mayoría. El camino de la
paz no está en seguir matando a nombre de esos 107 votos que nunca
le agradecerán nada. La paz es el indulto que pondrá de su lado a la
mayoría del país.
El presidente Monagas sigue con creciente atención los argumentos de aquella
mujer, que parece comprender diáfanamente la disyuntiva en que se encuentra.