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Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

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Ambos se contemplan mutuamente, quizá reparando en su común miseria.<br />

El Mendigo Negro comienza a comer con la mano, silenciosamente.<br />

Las gallinas cacarean, inquietas, como contemplando con sus ojos muy<br />

abiertos un destino intranquilizante.<br />

ESCENA 43<br />

INTERIOR. DÍA. SALA DE TRIBUNAL<br />

Sentado en el suelo, haciendo girar mansamente su rueda de afilar, el Negro<br />

Mendigo pule el filo de un bastón de estoque de un abogado que, parado ante<br />

una mesa llena de legajos, tinteros y viejos libros, lee varios folios al Juez, que<br />

lo escucha despatarrado en un sillón de cuero claveteado:<br />

ABOGADO:<br />

-Ante este tribunal introduzco demanda contra Ezequiel Zamora,<br />

como apoderado de Josefa Peraza, Teresa Gabaldón, Francisco<br />

Gabaldón, Felicita Malpica de Peraza, Benigna Escalona, Antonio<br />

Peraza, Francisco José Rodríguez, Pedro Antonio Villegas,<br />

Casimiro Rodríguez y Federico Antonio Ramos. El motivo de la<br />

demanda es que el susodicho Zamora, apoyado en la fuerza de las<br />

armas, prohibió a los campesinos el pago de renta por el cultivo<br />

de tierras de nuestra propiedad.<br />

El mendigo arranca un último surtidor de chispas al afilado estoque e,<br />

inexpresivo, lo devuelve al abogado, quien lo prueba con la yema del pulgar.<br />

ESCENA 44<br />

INTERIOR. DÍA. PATIO CON TALABARTEROS.<br />

El Mendigo Negro, sentado en el suelo, hace girar pacientemente su rueda de<br />

amolar afilando leznas y cuchillos de talabarteros y zapateros.<br />

A su alrededor, un patio con trozos de cueros, potes de cola, hormas de<br />

zapatos y artesanos con mandiles de cueros que clavetean suelas de zapatos,<br />

con las bocas llenas de clavos.<br />

Ezequiel Zamora habla ante los artesanos, que lo escuchan mirándolo<br />

incidentalmente, y van interrumpiendo su trabajo, sin soltar las herramientas.<br />

El Mendigo Negro, absorto en el afilado de las leznas, sigue trabajando como<br />

si no lo reconociera.<br />

ZAMORA:<br />

-No sólo hay que unirse en el campo, para no pagar alquiler por la<br />

tierra que se trabaja. ¡Los trabajadores tienen que organizarse en<br />

las ciudades! Aquí, en Santa Rosalía, ya los talabarteros se han

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