Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

ESCENA 31
EXTERIOR. DÍA. CALLE DE SAN CARLOS.
Desde la esquina de una calle de San Carlos, Zamora mira hacia el sector de
la ciudad donde está parapetado el ejército oligarca.
De vez en cuando suena, lejano, un disparo apagado.
Zamora deja la esquina y se dirige hacia una casa en parte derruida, por cuya
puerta entra.
Antonio Guzmán Blanco se queda en el umbral de la puerta, se pega
cautelosamente a la pared, se toca la funda del revólver, y hace una señal con
los ojos y con mano hacia alguien que no vemos en cámara, señalando la
puerta por la que entró Guzmán..
En el anular de la mano derecha de Guzmán Blanco advertimos un anillo con
una gran esmeralda, como el que Martín Espinoza arrojó a un pajonal antes de
ser fusilado.
ESCENA 32
INTERIOR. CASA DE SAN CARLOS
Zamora entra solo en la casa, en parte derruida, y avanza algunos pasos por el
corredor techado que da a un patio abandonado, donde algunos montones de
tierra han sido removidos para cavar una suerte de trinchera.
Zamora se detiene en el centro del patio, y examina con la mirada el muro casi
en su totalidad demolido, frente al cual está la somera excavación de un
agujero irregular parecido a una trinchera, con dos palas abandonadas.
Se escucha el chasquido del percutor de un arma que se monta.
Zamora echa mano instintivamente a la lanza de “Gavilán” que lleva terciada
en la cintura. Resuena un disparo.
Zamora se lleva las manos a la cabeza, y cae aparatosamente. La lanza vuela,
rebota en el piso, cae al lado del cuerpo que se agita en la agonía.
Antonio Guzmán Blanco avanza lentamente desde el zaguán.
El cuerpo de Zamora está tendido en medio del patio, ya inmóvil y con la
cabeza bañada en sangre.
Antonio Guzmán se recuesta en la pared, se aprieta los puños sobre la frente,
cierra los ojos, y repite para sí, como tratando de convencerse:
ANTONIO GUZMÁN:
-Hay una hora en la vida de cada hombre en que sabe si es
grande. Hay una hora en la vida de cada hombre en que