Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

-Porque según la Ley, todas las cosas se limpian con
sangre, y sin sangre derramada no hay redención...
Los bautizados mojan la punta de sus flechas y de sus armas en la sangre que
cubre sus rostros y baña sus pechos, se pasan las armas por el rostro,
cortándose y mezclando sus sangres con las de sus víctimas, se llevan las
armas ensangrentadas a los labios, y las lamen.
Martín Espinoza se inclina ante el cuerpo de uno de los soldados muertos, y da
un violento tajo descendente, que sugiere una decapitación.
ESPINOZA:
-¡Engrille!
En rápido montaje, cada uno de los doce seguidores alza un arma blanca y la
descarga con un tajo hacia el suelo, cerca del sitio donde, fuera de cámara, se
supone que está el cuerpo de un prisionero.
TIBURCIO:
-Ojo por ojo. Diente por diente. Sangre por sangre.
El brujo toca, casi acariciándoselas, las manos del único prisionero que queda
en pie, el Oficial oligarca, que tiembla con los ojos cerrados. El brujo advierte
que en una mano lleva un gran anillo con una esmeralda.
TIBURCIO:
-Tienes las manos blanditas. Como las mías.
Martín Espinoza dice al oficial oligarca, con voz muy sosegada:
MARTÍN ESPINOZA:
-Tú no mereces morir rápido.
Viviana contempla la escena, todavía sentada en el suelo junto a la muerta
mujer de Martín Espinoza.
Primeros planos de Espinoza y sus hombres, que a manera de trompeta tocan
toscos cuernos de res que resuenan como amenazador rugido.
El brujo Tiburcio, deliberadamente, enasta un machete afilado en la larga vara
con el crucifijo que porta.
Espinoza se pone en el anular una sortija ensangrentada, con una gran
esmeralda.
Toma de la alta cruz del centro de la plazoleta. El oficial oligarca grita sin
sonido, amarrado con sogas de cuero a la cruz, como un crucificado, pero sin
clavos. Apenas un hilo de sangre sale de su mano derecha.
La cámara deja ver un cielo donde giran torbellinos de zamuros.