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En la casa de Rangel<br />
Viva Antonio Leocadio<br />
Viva la revolución<br />
Viva el catire Zamora<br />
La sociedad liberal<br />
¿Quién será ese hombre catire<br />
tan jipato y narizón<br />
tiene noble corazón<br />
y responde por ¡Zamora!<br />
ESCENA 27<br />
EXTERIOR. NOCHE. CALLE DE CARACAS<br />
Generador de caracteres: Caracas, 1846<br />
El obeso Juan Vicente González, acezando, con los bolsillos llenos de papeles<br />
arrugados, va por una calle empedrada de Caracas, dirigiendo un pelotón de<br />
unos seis policías con fusiles, a los que azuza afanoso, señalándoles el camino<br />
con un papelote arrugado:<br />
GONZÁLEZ: -<br />
-¡Rápido! ¡Por aquí! ¡Que no se escape! ¡Vigilen los<br />
tejados! ¡Que no se vaya! ¡Aquí! ¡En esta casa!<br />
INTERIOR. NOCHE. CASA DE CARACAS<br />
El pelotón abre a culatazos la puerta de una vieja casa, y a la carrera abre<br />
también la puerta del zaguán, e irrumpe en una casa de familia.<br />
Una mujer con una vela se cubre la boca, horrorizada.<br />
Juan Vicente González, precediendo a los policías, entra en una tradicional<br />
cocina de la época, con hornacinas para alojar el fuego de carbón o leña, ollas<br />
de hierro ennegrecido y barro, y algunos desvencijados barriles.<br />
Varios gatos echan a correr ante la invasión.<br />
González empieza a hurgar los enseres de cocina con un bastón, y desviado<br />
por la gula, empieza a destapar ollas y examinar y oler los restos de manjares<br />
que quedan en ellos, hasta que al destapar una olla se quema los dedos.<br />
González grita y sacude vigorosamente la mano, retrocede unos pasos<br />
contrariados y examina el tosco fogón de ladrillo con el ceño fruncido.<br />
De repente, mete la mano tras un barril, y grita:<br />
GONZALEZ:<br />
- ¡Ajá! ¡