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La muchacha mira con desagrado el espectáculo, que con su saldo de<br />
petimetres con la cabeza entre las manos, caídos o corriendo, parece el fin de<br />
una vulgar reyerta de pendencieros. Una vez más, se cubre la expresión de<br />
rechazo con un rápido aleteo del abanico negro.<br />
Zamora queda apoyado en una ventana, mirando sin atreverse a moverse<br />
cómo se aleja la hermosa aparición.<br />
Esta vez, sin embargo, se anima, y renqueando, apoyándose en el bastón con<br />
el cual se ha defendido del atentado, empieza a seguir a la bella muchacha y a<br />
la dama de compañía.<br />
El Mendigo Negro, que había seguido a Zamora lentamente, toca en la<br />
zanfoña su melodía de tonos ascendientes y descendientes.<br />
La bella muchacha se aleja, y obediente a la superstición asociada a la flauta<br />
del Amolador, se pone el abanico negro sobre la cabeza.<br />
ESCENA 46<br />
EXTERIOR. DÍA. ZAGUÁN DE LA CASA DE LA<br />
REPRESENTACIÓN DIPLOMÁTICA DE ESTADOS UNIDOS.<br />
El Mendigo Negro pasa trabajosamente, cargando su rueda de amolar, frente<br />
al zaguán de la casa de la representación diplomática de Estados Unidos.<br />
Dentro del zaguán, vemos al diputado Fermín Toro, que toca de manera<br />
insistente la puerta. En el dintel de ésta, como un dosel, la bandera de Estados<br />
Unidos de la época.<br />
DIPUTADO FERMÍN TORO:<br />
-¡Mister Eames! ¡Mister Eames! Los ciudadanos probos de<br />
este país imploramos el apoyo de Estados Unidos!<br />
Toro voltea hacia la calle y la cámara, como preocupado de que puedan verlo,<br />
y vuelve a la carga con sus insistentes toques.<br />
DIPUTADO FERMÍN TORO:<br />
-¡Mister Eames! ¡Requerimos el apoyo de Estados Unidos<br />
para un golpe contra este gobierno, que irrespeta los<br />
intereses económicos de los inversionistas<br />
norteamericanos!<br />
La puerta se entreabre, apenas lo indispensable para que el Encargado de<br />
Negocios asome un ojo calculador y despectivo.<br />
Fermín Toro insiste en tocar, aun más vehemente.<br />
DIPUTADO FERMÍN TORO:<br />
-¡Mister Eames! ¡Si triunfamos, declararemos de nuevo<br />
válido el contrato de mister Wallace, propietario de la