Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

la fuga de Leocadio Guzmán en la escena anterior. Con el sombrero en las
manos, inclinado, informa:
ESPÍA:
- Aquello es un desorden. Hay gente armá. Con
palos, con lanzas, con trabucos. Se están alzando los
peones. Se están fugando los negros de las haciendas.
PÁEZ:
-¿Para dónde huyó Antonio Leocadio?
ESPÍA:
- Pa Caracas, según vide. No pude seguirlo. Me
vine pa acá espeando la mula pa informale.
Páez se incorpora repentinamente, y avanza hacia la gran mesa cubierta de
títulos de propiedad y escrituras, donde arde un candil.
Por la aproximación de Páez a la luz, su sombra se va agigantando en una de
las paredes, donde un ingenuo mural representa algunas batallas de la
Independencia.
PÁEZ:
-Arresten a Antonio Leocadio. Maten a los
seguidores. No tomen prisioneros.
Páez palpa en la mesa, buscando la lanza de Gavilán.
PÁEZ:
-¡Ahora van a saber lo que es una Guerra a Muerte!
La mano de Páez tantea entre papeles, temblorosa, toca una o dos veces la
lanza de Gavilán sin asirla, sufre un espasmo que aleja el arma, termina dando
un gran puñetazo sobre la mesa.
La hamaca se sigue meciendo por el impulso.
Comienza a sonar una cortina musical parecida a un espantoso zumbido.
La cara de Páez se contrae en una mueca de ferocidad inenarrable, sus dientes
se entrechocan y entre ellos mana espuma.
Páez se arquea violentamente, golpea contra la mesa, que se voltea con una
desordenada avalancha de papeles y bolsas de monedas que va a dar al piso, y
cae al suelo, con un ataque de epilepsia. A su lado rebota tintineante la lanza
de Gavilán.
Barbarita se lleva las manos a la cara y grita:
BARBARITA:
- ¡Teté!