Capitulo 1.pdf - Carpe Diem

El General Pedro Estanislao Ramos, de pie, sosteniendo las bridas de su
caballo, interroga al Mendigo Negro:
PEDRO RAMOS:
-¿De dónde vienes?
CIEGO:
-De Santa Inés.
PEDRO RAMOS:
-¿Qué hacías por este peladero?
MENDIGO NEGRO:
-Venía para el Real juyendo de la guerra.
PEDRO RAMOS:
-Tú sabes dónde está la gente de Zamora.
MENDIGO NEGRO:
-No sé.
PEDRO RAMOS:
-He oído de un viejo que afila gratis los hierros de
los pobres. Los ricos pagamos.
El general arroja unos centavos al lado del Mendigo Negro. Éste no mueve la
cabeza para mirarlos, y sigue afilando desganadamente la bayoneta.
PEDRO RAMOS:
-Vamos a ver si el hierro está bien afilado.
A un gesto del general, dos soldados inmovilizan al Mendigo Negro en una
incómoda presa, agarrándolo por los brazos y el cuello. Otro soldado le acerca
la bayoneta al cuello.
MENDIGO NEGRO:
-No sé.
PEDRO RAMOS:
-Dicen que en Santa Inés sale el diablo. A ti te salió
tu propio filo ¿Dónde está la gente de Zamora?
El soldado pincha con la bayoneta el cuello del Mendigo Negro, quien puja y
aguanta. El soldado vuelve a pinchar, con más fuerza. El Mendigo Negro
grita, no pudiendo aguantarse:
MENDIGO NEGRO:
-¡Sí, ahí están, en el monte, detrás del paso del río..!
Llevan tres días esperándolos... No se vaya a meter
por ahí, métanse por el paso del Bostero y sigan
hacia el Guamillo, que ahí sólo hay unos pocos
caballos y una gentecita de a pie...