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-Y esto es de usted. Salgo de este país como nací: sin<br />
nada encima.<br />
Zamora toma respetuosamente la vieja punta de lanza, se la ciñe entre el<br />
correaje y la guerrera, desvía la vista con expresión de pesadumbre hacia el<br />
campo, y la cámara, que sigue la dirección de su mirada, pasa más allá de los<br />
atildados oficiales oligarcas y descubre una llanura cubierta de cadáveres,<br />
clavadas banderas con desgarrones y rotos pertrechos militares.<br />
ESCENA 31<br />
EXTERIOR. DÍA. CAMINO RURAL A LA ENTRADA DE CASERÍO<br />
A caballo, Zamora encabeza el cortejo que lleva al prisionero Páez hacia la<br />
prisión y luego hacia el exilio.<br />
Páez va a caballo, sin cadenas ni grillos, encorvado, conservando una<br />
ensimismada dignidad en la derrota. Su ostentoso uniforme ha sido cambiado,<br />
según la crónica de la época, por una cobija roja y un sombrero de hule<br />
amarillo, que podría ser sustituido por uno de cogollo.<br />
Grupos de campesinos, de mujeres del pueblo y de esclavos y esclavas se<br />
congregan y empiezan a gritar al prisionero:<br />
CAMPESINOS Y ESCLAVOS:<br />
-¡Godo! ¡Oligarca! ¡Esclavista! ¡Asesino de los pobres!<br />
¡Rey de los Araguatos! ¡Rey de los Araguatos!<br />
Un peón enarbola un palo en el cual está enastada la grotesca caricatura en la<br />
cual Páez derrotado y con ridícula corona aparece como “Rey de los<br />
Araguatos”.<br />
Zamora se adelanta y alza la mano. El gesto impone silencio a la multitud, que<br />
de repente parece comprender el enorme patetismo de la caída del Centauro.<br />
Zamora y Páez se miran con tristeza, el uno sin la prepotencia del vencedor y<br />
el otro sin la humillación del vencido. Para Zamora, o quizá para sí mismo,<br />
Páez musita:<br />
PÁEZ:<br />
-De León de Payara a Rey de los Araguatos. Debí terminar<br />
mi carrera política cuando terminó la guerra de<br />
Independencia.<br />
Con melancólico gesto, Zamora ordena que continúe avanzando el cortejo.<br />
PÁEZ: