joaquín escriche martin - Centro de Estudios del Jiloca
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Por lo <strong>de</strong>más, es evi<strong>de</strong>nte que su primera infancia no <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> ser muy distinta a la <strong>de</strong>l<br />
resto <strong>de</strong> muchachos <strong>de</strong> su generación calamochina, recogidicos siempre en la calle,<br />
ataviados seguramente con aquellos calzones <strong>de</strong> gaterica abierta por <strong>de</strong>lante y por<br />
<strong>de</strong>trás que nos contaban nuestros abuelos, y calzados con gruesos peduques y las<br />
imprescindibles albarcas.<br />
De su paso por el Hogar <strong>de</strong> la Fundación Sol<strong>de</strong>villa, apenas nos queda añadir a lo dicho<br />
por Areán la atracción que la música y el teatro ejercieron sobre él a la hora <strong>de</strong> elegir la<br />
profesión. El <strong>de</strong>scarte <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong> Talía estuvo claro tras algún que otro gazapo en las<br />
tablas, y es que nuestro personaje era <strong>de</strong> memoria algo floja para los textos <strong>de</strong> los<br />
libretos. Eso sí, compensada con un abierto <strong>de</strong>sparpajo, que le permitía salir <strong>de</strong>l paso<br />
siempre sin el menor rubor escénico. Otra cosa fue la música. La categoría artística y<br />
humana <strong>de</strong> su profesor Teodoro Bayo, así como la impresión <strong>de</strong> que era más fácil la<br />
promoción intelectual en el campo <strong>de</strong> la música que en los <strong>de</strong>más, lo tuvo un tiempo<br />
in<strong>de</strong>ciso. Sin embargo, su habilidad natural en el dibujo y los premios que ya entonces<br />
empieza a recoger, lo inclinarán <strong>de</strong>finitivamente en esta dirección. Mas, no fue<br />
menguada la impronta que el ejercicio <strong>de</strong> estas nobles artes <strong>de</strong>jó asimismo en su<br />
personalidad. De una parte formaron su gusto hasta el punto <strong>de</strong> que sus hijos llegaron a<br />
tocar, con sobrada soltura, diversos instrumentos. De otra, entre el público que asistía a<br />
aquellas mo<strong>de</strong>stas representaciones teatrales estaba la que, años más tar<strong>de</strong>, se<br />
convertiría en su esposa.<br />
Se ha dicho, y muy bien, que cuando se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> por la pintura entró a la vez a trabajar<br />
en el taller <strong>de</strong> los Albareda. Es <strong>de</strong>cir, estudiar y trabajar, constante que se mantendrá ya<br />
durante toda su vida. Lo que no se ha <strong>de</strong>jado suficientemente claro es que lo hizo en<br />
calidad <strong>de</strong> aprendiz-aprendiz. Vamos, <strong>de</strong> los <strong>de</strong> antes, <strong>de</strong> los que barrían el taller, hacían<br />
los recados o movían la cola para que no se secase. Y bien que le vinieron estas<br />
experiencias tan prosaicas. No en bal<strong>de</strong> buena parte <strong>de</strong> su obra se benefició <strong>de</strong> este<br />
temprano contacto físico con la ma<strong>de</strong>ra, la cola o la confección <strong>de</strong> pinturas. De aquí, sin<br />
duda, le viene en parte la afición por investigar con los materiales que maneja, <strong>de</strong> tocar,<br />
<strong>de</strong> probar una vez y otra para ver los resultados que se alcanzaban con tal o cual<br />
técnica, o método original que llegaba a su conocimiento.<br />
Pero Zaragoza se le queda pronto pequeña. El joven Lapayese sabe bien lo que quiere y<br />
eso sólo pue<strong>de</strong> encontrarlo en Madrid. Y allí se marcha. Asiste a clases <strong>de</strong> arte, pero,<br />
hombre pragmático al cabo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> bien joven sabe que <strong>de</strong>be ganarse la vida por sí<br />
mismo, obtiene el carnet <strong>de</strong> copista <strong>de</strong>l Museo <strong>de</strong>l Prado, y monta un pequeño taller <strong>de</strong><br />
restauración en la plaza <strong>de</strong> Santa Ana. De nuevo compagina el estudio y el trabajo.<br />
En lo profesional las cosas le van bien, poco a poco se va acreditanto en los ambientes<br />
cortesanos. Entonces, vanidad juvenil bien disculpable, se muestra <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> que sus<br />
paisanos estén al tanto <strong>de</strong> sus progresos. Que en Calamocha, o por lo menos en<br />
Zaragoza, conozcan sus a<strong>de</strong>lantos. A tal efecto, con apenas diecinueve años, llevó a<br />
exponer a uno <strong>de</strong> los principales establecimientos comerciales <strong>de</strong> la calle Alfonso, una<br />
magnífica copia <strong>de</strong>l Cristo muerto en los brazos <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> Crespi. Y,<br />
verda<strong>de</strong>ramente, toda Zaragoza <strong>de</strong>sfiló ante el cuadro y se hizo eco <strong>de</strong> los más<br />
admirativos comentarios. Incluso, incluso, el intrépido calamochino, <strong>de</strong> buenas a<br />
primeras se presentó ante la redacción <strong>de</strong> El Noticiero para que se informara en el<br />
periódico <strong>de</strong> su exposición. Y, efectivamente, el joven gacetillero Fernando Castán<br />
Palomar, trazará lo que fue la primera crítica escrita que mereció nuestro personaje, y<br />
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