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joaquín escriche martin - Centro de Estudios del Jiloca

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Lapayese se hallaba pasando algunos días en Zaragoza, sin <strong>de</strong>cir nada colocaban<br />

entonces su manto sobre la Sagrada Columna para que pudiera contemplarlo al visitar el<br />

camarín. Años <strong>de</strong>spués, muerto ya, tendrán alguna vez idéntico gesto cuando pase por<br />

la ciudad su hijo José.<br />

Y es que aquél, gustó siempre <strong>de</strong> visitar la ciudad en la que pasó buena parte <strong>de</strong> su<br />

infancia y juventud, don<strong>de</strong> conoció a la que sería su esposa. Lo mismo que la villa en la<br />

que vino al mundo. No era raro que marchase a la misma, con todos sus hijos, para<br />

mostrarles orgulloso su puente romano, el lugar <strong>de</strong> sus primeras aventuras, la casa<br />

humil<strong>de</strong> y pequeñita don<strong>de</strong> nació, que por cierto no tardaría en ser <strong>de</strong>rribaba, también a<br />

participar en la procesión <strong>de</strong>l Baile <strong>de</strong> San Roque, acompañando a los danzantes hasta<br />

la misma ermita <strong>de</strong>l santo. Fruto <strong>de</strong> estos viajes y <strong>de</strong> sus propios recuerdos, será el<br />

magnífico cuadro <strong>de</strong> Los bailadores, en el que traslada al lienzo con todo su magisterio,<br />

la armonía y la reciedumbre <strong>de</strong> aquellos danzantes <strong>de</strong> antaño.<br />

En este repaso somero a la vida y a la obra <strong>de</strong> José Lapayese Bruna en el que, a modo<br />

<strong>de</strong> complemento al exhaustivo que en su día le <strong>de</strong>dicó Carlos Areán, buscamos resaltar<br />

algunas facetas suyas menos conocidas, en especial las que hincan sus raices con fuerza<br />

en sus orígenes calamochinos y aragoneses, no podíamos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lado <strong>de</strong>stacar su<br />

feroz in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia elevada al cubo, como refiere textualmente su<br />

hijo José. Su nula subordinación a los vaivenes caprichosos <strong>de</strong> la moda que no tenían un<br />

sustrato firme en que asentarse, su falta <strong>de</strong> mano izquierda para ganarse el favor <strong>de</strong> los<br />

resortes <strong>de</strong> la publicidad y <strong>de</strong> la crítica susceptible <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarse manejar, la tremenda<br />

facilidad para llamar a las cosas por nombre cuando hacía falta, sin paños calientes, en<br />

fin, su gusto por la vida casera, siempre al lado <strong>de</strong> su esposa y <strong>de</strong> sus hijos, lejos <strong>de</strong>l<br />

mundanal ruido, trabajando y pensando cada día nuevas aventuras artísticas. ¿No es<br />

esto igualmente una nueva manifestación <strong>de</strong> su carácter netamente aragonés?. Incluso,<br />

nos atrevemos a plantear, esa obsesión por el mar, por conseguir las bellas<br />

transparencias <strong>de</strong> los fondos abisales o las irisaciones <strong>de</strong> los peces que las pueblan, nos<br />

recuerdan a tantos otros escritores o artistas <strong>de</strong>l viejo Reino, en cuya obra hay una<br />

especie <strong>de</strong> búsqueda froidiana <strong>de</strong> esa anhelada salida al mar que nunca tuvo nuestro<br />

territorio, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellos tiempos en que se <strong>de</strong>cía que hasta los peces en el<br />

Mediterráneo llevaban las cuatro barras <strong>de</strong>l Senyal <strong>de</strong> Aragón.<br />

En fin, y no lo es, acaso, esa tenacidad, esa tremenda laboriosidad para abrirse camino<br />

por sí mismo, contra viento y marea, tratando <strong>de</strong> poner <strong>de</strong> actualidad los viejos oficios<br />

<strong>de</strong> antaño frente a las modas fugaces, que nos recuerda las palabras <strong>de</strong> ese otro<br />

aragonés universal, Santiago Ramón y Cajal, cuando <strong>de</strong>cía con su sorna habitual:<br />

¡Cuando un aragonés se pone a trabajar, que le echen investigadores alemanes!.<br />

Pero, esta in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia a ultranza tenía asimismo sus contrapartidas. A pesar <strong>de</strong> que<br />

se aceptaba sin fisuras la calidad <strong>de</strong> su obra, sus exposiciones nunca fueron<br />

multitudinarias, y eso que su producción acabó muchas veces en manos <strong>de</strong> directores <strong>de</strong><br />

museos o <strong>de</strong> avispados coleccionistas extranjeros, pero difícilmente llegaba al gran<br />

público, más atento entonces a los nombres que aireaba la crítica interesada. Ya nunca<br />

fueron sus muestras públicas punto <strong>de</strong> reunión obligada para los aficionados madrileños,<br />

tal como ocurriera en los años dorados <strong>de</strong> la preguerra. El estigma <strong>de</strong> artesano en<br />

contraposición al <strong>de</strong> artista, aplicado como se ha visto con tal ligereza y frivolidad, fue<br />

una pesada losa que cargó sobre sus hombros y que sólo el tiempo, que acaba siempre<br />

por situar a cada uno en su sitio, conseguirá por liberar <strong>de</strong>finitivamente.<br />

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