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shogren-comentario-sobre-1-corintios

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de los creyentes. ¡Absolutamente no! Gloriarse en el Señor significa precisamente lo que<br />

dice: dejamos de exaltarnos a nosotros mismos, en su lugar andamos hablando de lo<br />

maravilloso que es el Señor. Lo que es más nuestros testimonios deben resaltar cuánto<br />

necesitamos la misericordia de Dios y lo dadivoso que él es para con nosotros.<br />

¿Cómo nos jactamos 1:31<br />

D. A. Carson plantea un punto excelente, que “mundanalidad” no es meramente pecado<br />

sexual o placeres terrenales. Uno puede ser carnal y mundano en la religión también:<br />

“Lejos de entregarse al mundo, la carne y al mal, [los <strong>corintios</strong>] persiguen una<br />

experiencia espiritual, aunque a veces insensatamente.” 76 Es decir, jactaban acerca de<br />

su nivel de espiritualidad.<br />

Jactarnos de nosotros mismos, aun de nuestra espiritualidad, es pecado. Jactarse o<br />

gloriarse debe ser en Dios. En 1:31 dice que “El que se quiera enorgullecerse, que se<br />

enorgullezca en el Señor” o más literalmente, “que quien se gloríe, gloríese en el<br />

Señor.” Nada escapa de su atención; cuando les insinuamos a otros que somos<br />

superiores en nuestra sabiduría, nuestro conocimiento o nuestra experiencia, estamos al<br />

mismo tiempo jactándonos ante el trono de Dios. Esta actitud es absolutamente opuesta a<br />

ser como un niño pequeño (Mateo 18:3-4). Es lo opuesto a ser justificado por fe, que<br />

viene a una persona cuya boca se ha quedado en silencio a causa del conocimiento se su<br />

pecado y de su necesidad (Romanos 3:19). Él escogió gente como nosotros “a fin de que<br />

en su presencia nadie pueda jactarse.”<br />

Nos engañamos a nosotros mismos cuando imaginamos que ser religioso es lo opuesto a<br />

la jactancia humana. Los cuatro evangelios revelan que mucho del orgullo humano es<br />

orgullo religioso. Lucas 18:9-14 muestra que un hombre relativamente religioso puede<br />

describir con exactitud sus acciones ante el Señor y seguir siendo culpable de orgullo.<br />

¿No podía él justificar sus palabras al decir, “Después de todo, yo me glorío en el Señor,<br />

no en mí mismo; no dije, ‘yo te doy gracias por lo bueno que soy’”<br />

La dificultad es que en nuestra perseverancia tratamos de disfrazar la jactancia en<br />

nosotros mismos como si fuera alabanza a Dios. Este es un pecado horrible porque<br />

ofrecemos al Señor un sacrificio contaminado. Y esto se complica más aún debido a que<br />

estamos limitados por nuestros sentidos humanos. Dos personas pueden decir<br />

exactamente las mismas palabras y una puede estar glorificando a Dios y la otra<br />

glorificándose a sí misma. Aún más, hagamos una lista de cómo la “jactancia espiritual”<br />

puede enmascararse como gloria a Dios:<br />

· ¡Dios levantó este ministerio! Yo comencé como pastor de un rebaño de 20<br />

personas en una pequeña bodega, y empezamos a alcanzar a la gente.<br />

Obviamente, estamos en el centro de la voluntad de Dios de modo que recibimos<br />

la bendición de esta manera.<br />

76 Carson, The cross and Christian ministry, p. 74.

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