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e-book_violencia_derechos_humanos_y_seguridad_ciudadana

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lidad predominante en Honduras. El trasfondo de este fracaso fuela adopción, por parte del Estado, de un enfoque errado, policiacoy militarista para enfrentar el desafío de la delincuencia juvenil,hasta que el problema se volvió inmanejable por las articulacionesestablecidas durante el proceso entre las pandillas y la corrupciónenquistada en instituciones clave del aparato estatal.El resultado fue el surgimiento de una flagrante contradicción,que afectó —y sigue afectando— al Estado de derecho y sus instituciones:mientras se endurecía la legislación que criminalizabaa las maras, se ablandaba la institucionalidad de entes como laPolicía Nacional. En determinado momento surgió un vínculo entrelas maras y un sector corrupto de la Policía que, al acrecentar supoder y ampliar sus relaciones sociales, provocó la crisis que laPolicía Nacional vive actualmente y que se pretende enfrentar pormedio de su depuración, con escasos resultados hasta la fecha.Según el estudio regional Demoskopia (2007), el 88% de los expandillerosencuestados en Honduras informó que la Policía recibesobornos de las pandillas; y el 50% afirmó que los policías decidenlos «impuestos» que las pandillas cobran a las comunidades. Elestudio también reveló que el 66% de los vecinos y comerciantesde las comunidades más afectadas por la <strong>violencia</strong> afirmó que losmareros reciben armas de parte de policías. El estudio concluyó que:De esto no se puede generalizar que la institución policial comoun todo forme parte del crimen organizado, pero tanto este hechocomo la errada política del Estado basada en la represión, indicanque el principal desafío respecto al fenómeno de las maras o pandillasno es el fenómeno juvenil en sí, sino los problemas propiosde la institucionalidad y de la respuesta estatal y social.Ante su virtual privatización, la <strong>violencia</strong> pasó del control institucionaly de un vínculo directo con la política, a manos de focosdispersos y al margen del control estatal. El círculo se cerró con elvertiginoso ascenso de la corrupción pública de cuello blanco, quetambién se amparó en la institucionalidad estatal para garantizarla impunidad de sus delitos, utilizando para ello el férreo control117

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