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e-book_violencia_derechos_humanos_y_seguridad_ciudadana

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sus raíces, que afectan a la mayoría: niños, jóvenes y adultos.Podemos —y debemos— ampliar el rango para abarcar a quienesson más afectados por la <strong>violencia</strong>, hasta llegar al menos a los30. Pues, ¿quién le pone límites de edad a la <strong>violencia</strong>? Como nose le pueden imponer límites a la <strong>violencia</strong>, se trazan líneas etariaspara contener la mezquindad del asilo.Sin duda inspirados en un honesto interés por los niños, losorganismos humanitarios han insistido en que sean beneficiadoscon el asilo (aunque al ACNUR le basta con que sean asistidos).Pero ese minimalismo, junto al desplazamiento del problema«<strong>violencia</strong>» hacia el rasgo «minoría de edad», conduce a «Para loscentroamericanos como niños, todo; para los centroamericanoscomo pueblo, programas de retención y disuasión migratoria»,una variante del probadamente nefasto «Para los judíos comoindividuos, todo; para los judíos como pueblo (es decir, comojudíos), nada» 62 . Asumiendo las reglas de la economía políticade la compasión, significa reforzar una dicotomía que va directamentecontra los esfuerzos pro-inmigrantes. En esa dicotomíamaniquea, los niños son inocentes, forzados a migrar y expuestosa abusos. Los adultos aparecen como criminales, alevosamentemigrantes y abusadores. La fetichización de un rango etario noes en absoluto inocua. 18 años: antes y después. Ahí se sitúa ladelgada línea que separa a los dignos de compasión de aquellosa quienes debe aplicarse la ley con todo su rigor.ACNUR habla del desplazamiento de niños «y de otros», sinmencionar que esos otros no niños constituyen la inmensa mayoríade los desplazados. ACNUR apela al humanitarismo que puedemover a compadecerse más —o exclusivamente— de los niños quedel resto de desplazados, entre los cuales también pueden estarpersonas muy vulnerables y vulneradas, como mujeres violadaso vapuleadas por sus maridos, homosexuales asediados por homofóbicos,exguerrilleros huyendo de viejas vendettas, vivanderasvampirizadas por extorsionadores, etc. La niñez es el mínimo común62. WOLIN, Richard. Los hijos de Heidegger. Hannah Arendt, KarlLöwith, Hans Jonas y Herbert Marcuse. Ediciones Cátedra, Madrid, 2003,p. 53.268

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