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e-book_violencia_derechos_humanos_y_seguridad_ciudadana

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3. El modelo de <strong>seguridad</strong> aplicado por HondurasHace más de treinta años, Honduras retomó la construcción dela institucionalidad democrática tras la sanción de la Constituciónde la República aún vigente. Sin embargo, la sociedad hondureñano logra construir ciudadanía, sino que el proceso constituyentees más bien formal y no logra resistir la pervivencia de los modelosautoritarios del ejercicio del poder heredados de los militares.La sociedad lleva como signo de su cultura el autoritarismo comomodelo de orden y bienestar común. Esta identidad pervive en laactualidad.De ahí que el imaginario colectivo se encuentre más o menosconvencido —sin mucha información, por cierto— de que el ordenpúblico debe ser ejercido con mano dura. Un ejemplo histórico queaún pervive en ese imaginario colectivo es la tristemente célebrefigura del general y dictador Tiburcio Carías Andino. Entre sus «logros»se enumeran: (a) haber puesto «orden» en el país al terminarcon los continuos golpes de Estado, utilizando como mecanismopolítico el continuismo; (b) reinstaurar la pena de muerte; (c) prohibirel voto a las mujeres; (d) declarar ilegal al partido comunistay exiliar a sus miembros. Pero, sobre todo, es recordado por haberfortalecido las comandancias de armas y la policía, que utilizócomo herramientas para sofocar las rebeliones de la oposición. Lahistoria política del país está repleta de ejemplos como este, y entodos existe un común denominador: la figura del militarismo hasido peligrosamente asociada a los valores de orden, paz y justicia,convirtiéndose en parte de la cultura hondureña.No es extraño entonces que el modelo de <strong>seguridad</strong> que seaplique en Honduras sea uno basado en la preservación del ordenpúblico como equivalente del orden político. Si el ciudadano quiere<strong>seguridad</strong> no debe oponerse al régimen instalado, pues perturba la«paz y la convivencia pacíficas», como ocurría antes de la época deCarías con las guerras fratricidas entre simpatizantes de los partidosLiberal y Nacional. Parece que la sociedad aún lleva las heridas deesos innumerables golpes de Estado en los que se eliminaba a losopositores políticos. Y se encuentra convencida, a fuerza del temor150

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