La tercera característica de la perspectiva de género tiende a analizar laviolencia que los hombres ejercen sobre las mujeres como algo distinto delresto de los comportamientos violentos. Interpretan la violencia contra lamujer en tanto pareja como distinta, incluso de la violencia dirigida a otrasmujeres de la familia.El último rasgo de esta concepción es atribuir una función central al derecho;en particular el derecho penal al que se considera un instrumentoadecuado en la estrategia de proteger, aumentar la igualdad y dotar demayor poder a las mujeres.El discurso de género ha simplificado la explicación de un problema social,como es la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja, al presentarla desigualdad de género como la causa única o más relevante de esteproblema. Como señala Larrauri:Es importante destacar cómo el uso del valor igualdad por parte del discurso degénero y su concepción determinista, recuerdan curiosamente los orígenes de lacriminología crítica. Igual que la criminología crítica en su etapa inicial entendíaque la pobreza era la causa última de toda la delincuencia, para la perspectivade género lo es la estructura patriarcal de la sociedad. La primera, tuvo dificultadesen explicar por qué todos los pobres no delinquen, la segunda por qué notodas las mujeres son víctimas de violencia. 32La posición de subordinación y discriminación de las mujeres en la sociedadpuede explicar algunas cuestiones, pero no todas; no nos explica por quéno todas las mujeres tienen los mismos riesgos de ser víctimas o por quées un comportamiento realizado sólo por un grupo minoritario de varones, opor qué ser mujer es un riesgo exclusivamente en las relaciones íntimas.No hay dudas de que la subordinación de las mujeres influye efectivamenteen su victimización, pero no es posible intentar explicar un problema complejocon una única variable: la desigualdad de géneros. Esta variable funcionaa veces como factor de riesgo, pero en otros casos se deben agregarotros factores de vulnerabilidad. La incorporación del género al análisis nopuede implicar ignorar el resto de los factores que tienen incidencia en lasrelaciones de pareja.La situación de desigualdad, entonces, puede incidir de diversos modos enlos delitos que se cometen contra las mujeres y especialmente en las situacionesde violencia familiar, pero no se trata de una relación causal deterministaque pueda afirmar que la desigualdad es el único factor, y que a mayorigualdad podrían darse menores tasas de violencia contra las mujeres.Larrauri trata de desentrañar lo que ella llama “un mito” alrededor de estetema y es que la violencia contra la mujer “no conoce clases sociales “. Al32 Larrauri (2007:23).64
ser el género, sostiene, el único factor de riesgo considerado, toda mujerpuede ser víctima “con independencia de su clase social, edad o etnia”.Sin embargo, esta afirmación para la autora es errónea 33 . Basa su afirmaciónen estudios criminológicos que señalan la incidencia de diversosfactores de riesgo, por lo cual sería sorprendente, dice, que ser mujer fuerael único riesgo. El eslogan de que “toda mujer puede ser víctima” expresasólo una parte de verdad, pues toda mujer puede ser víctima, pero no todamujer tiene el mismo riesgo de ser víctima de violencia doméstica. Sobrela base de los estudios de Sokoloff y Dupont (2005) Larrauri sostiene quela mayor probabilidad de ser víctimas de estos comportamientos se produceen las mujeres pobres, o en diversas situaciones de exclusión social opertenencia a minorías éticas.En Argentina, la ausencia de estadísticas y de investigaciones de alcancenacional sobre el tema nos hace repetir un eslogan que no tiene corroboraciónempírica: que la violencia atraviesa todas las clases sociales 34 yque existe una violencia oculta contra las mujeres que no se denuncia. Sinembargo, la generalización oscurece el hecho de que aunque el porcentajede agresores pudiera ser el mismo, la frecuencia de los actos no lo es y elimpacto sobre las mujeres también es diferente.Un estudio reciente realizado en Argentina, Brasil y Colombia revela la íntimaconexión entre el acceso a la vivienda por parte de mujeres maltratadasy sus posibilidades efectivas de escapar de sus agresores. 35De las experiencias de las mujeres entrevistadas… surge claramente lo importanteque es para ellas saber a dónde pueden ir cuando deciden romper elcírculo de la violencia doméstica. Este problema afecta especialmente a mujerespobres que viven en barrios informales que carecen de medios económicosindependientes, y que simplemente no tienen ningún lugar donde puedan encontrarseguridad. De hecho, para las víctimas de la violencia doméstica, la viviendano es un asunto periférico, ni una cuestión que se puede posponer pararesolución en el futuro. Al contrario: la falta de una solución para esa situaciónpuede ser determinante para decidir continuar en una relación violenta o no.Para muchas mujeres, solo cuando están frente a una enorme crisis o frentea violencia extrema, con riesgo de vida, hace que salgan de los lugares quehabitan sin ninguna alternativa presente. La situación actual, en donde las mujerestienen que elegir entre una vida en la calle, o una vida con un maltratadorviolento, es completamente inaceptable e intolerable. Es una situación que vaen contra de las normas internacionales de derechos humanos, y que debe serabordado y corregido por los gobiernos como una cuestión prioritaria.33 Larrauri (2007: 33).34 Esto parecen indicar las estadísticas relevadas por la OVD, que se limitan a documentar las personas (mujeres y varones)que realizan consultas y/o formulan denuncias ante la OVD, que funciona exclusivamente en la ciudad de BuenosAires. No hay estadísticas similares para otras jurisdicciones del país, y tampoco hay encuestas generales que pudierancaptar los casos de violencia no denunciados ante los poderes públicos.35 Un lugar en el mundo: El derecho a una vivienda adecuada como elemento esencial de una vida libre de violencia doméstica.Los casos de Argentina, Brasil y Colombia. Disponible enhttp://www.cohre.org/store/attachments/100715%20Un%20lugar%20en%20el%20mundo%20Final.pdf. Visitado el 30.08.2010.65
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