es) muestran cómo la escasa presencia de las mujeres en las carreras dela rama de la ingeniería (consideradas tradicionalmente como masculinas)tiene como resultado un déficit en la cantidad de mujeres capacitadas paraocupar lugares en aquellas empresas y por consiguiente la baja demandade empleo en ese sector. 25Consideremos además el peso de aquellos estereotipos de género segúnlos cuales entre las características positivas femeninas, tomadas en cuentaal momento de emplear a una persona, se encuentran la prolijidad, lapaciencia, la perseverancia, la atención al detalle, la docilidad, la actitudde servicio y la disposición a realizar tareas monótonas y repetitivas; mientrasque entre los aspectos negativos que se ponen de relieve se hallanla menor fuerza física y la renuencia a viajar, a afrontar el peligro físico y asupervisar el trabajo, entre otros. 26El peso y el impacto de estos estereotipos puede verificarse en las cifras deocupación de mujeres en los diferentes sectores de actividad en Argentina:para el año 2007, las mujeres representaban el 18% del empleo industrial, el32% del empleo en comercio y el 42% en servicios. Ahora bien, el sector serviciosabarca el rubro Enseñanza (donde de cada cuatro ocupados, tres sonmujeres) y los Servicios sociales y de salud (donde las mujeres constituyen el73% del empleo). Sin embargo, “[a]nalizado sectorialmente este fenómeno,apreciamos que si bien en servicios se da la mayor participación femenina enel empleo, también se observa la mayor brecha salarial (25%).” 27Estas ocupaciones son tradicionalmente valoradas como femeninas, yesto se explica porque aquellas se vinculan con actividades tales como laenseñanza y el cuidado de los otros, consideradas de alguna manera comoprolongación de las tareas asignadas a la mujer en el seno de la familia yjuzgadas por esa razón como “naturales a ese sexo”. 28Este tipo de segmentación del mercado del trabajo que cristaliza en ladistinción entre ocupaciones femeninas y masculinas, no sólo naturalizala diferencia sexual en términos de habilidades y capacidades disponibles,sino también las brechas salariales y las diferencias de prestigio y jerarquíaque le son concomitantes.Las relaciones establecidas entre las fuerzas de socialización, las habilidadesdiferenciales, los estereotipos, la segmentación ocupacional y labrecha salarial, tienen un fuerte respaldo estadístico en todo el mundo, yha llevado a teorizar sobre fenómenos específicos como lo son el “suelopegajoso” y el “techo de cristal”. El primero hace referencia a las fuerzas25 Faur y Zamberlin, 2009: 15.26 Faur y Zamberlin, 2009: 9-10.27 Rojo Brizuela y Tumini, 2008: 59.28 En el mismo sentido se puede apuntar que mientras que la rama industrial exhibe el menor porcentaje de ocupaciónfemenina, el 63% de aquellas se concentra en cuatro ramas alimentos, confecciones, productos químicos –especialmentelas de cosméticos- y productos textiles. (Rojo Brizuela y Tumini, 2008: 59).80
que mantienen a las mujeres en la base de la pirámide económica. Elsegundo a una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeresque les impide seguir avanzando hacia los vértices jerárquicos de lasorganizaciones para los que están suficientemente preparadas. 29El caso de Salta muestra una singularidad en relación al empleo de mujerescomo chóferes, y es el hecho de que ellas ya se encuentran a cargo delos transportes escolares de la ciudad. Esto evidencia cómo, aún cuandolas mujeres han podido penetrar en el área del transporte en esa ciudad,sólo han podido hacerlo en un segmento en que sus funciones guardanestrecha relación con su predisposición “natural” a la maternidad y al cuidadode los otros. De manera tal que de concretarse la orden del fallo,se estaría ante la penetración de un significativo techo de cristal para lasmujeres que permanecía disimulado.2.3. Una cuestión de idoneidadEs interesante observar que la existencia de trabajadoras salteñas en laconducción del transporte escolar permite suponer la presencia de recursoshumanos capacitados y una demanda latente para ocupar los espacioslaborales que se “abrirán” en el transporte público de pasajeros.Sin embargo, la concepción de habilitación e idoneidad que sostienen lasempresas de transporte público demandados es bastante diferente, y guardaestrecha relación con los estereotipos y conexiones señalados más arriba.Por una parte, la cuestión de la habilitación alude a la posesión de uncarné profesional expedido por la autoridad correspondiente, que es requisitolegal básico para la tarea de conducción del transporte de pasajeros.Menos transparente es la definición de qué se entiende por idoneidad yel problema de cómo juega esa definición en un contexto de socializacióndiferencial entre mujeres y varones como el que describimos.En tal sentido la idea expresada por uno de los demandados acerca deque no se puede confundir la “selección a base de idoneidad” con la discriminaciónes bastante sintomática de los problemas que hemos señalado,máxime cuando a continuación se esgrime como argumento que enel caso puntual de la demandante Sisnero la “única experiencia laboralanterior” fue “como peluquera y guardia de seguridad” 30 . En realidad nodebería llamar la atención que esos sean los únicos antecedente laboralesque una mujer, aún poseedora del carné de conducir habilitante profesional,puede aportar en un contexto donde la segmentación laboral por29 El “techo de cristal” en el mundo empresarial simboliza “un muro transparente pero sólido, hecho de actitudes y prejuiciosorganizativos” que se mantiene a pesar de que mejora la participación de las mujeres en trabajos y puestos de dirección. VerBreaking through the glass ceiling: Women in managment. Informe de la Organización Internacional del Trabajo.http://www.ilo.org/public/english/dialogue/sector/techmeet/tmwm97/tmwm-con.htm (Última visita 15 de febrero de 2010)30 Dres. H. Irigoyen y A. Velarde en el carácter de apoderados de las codemandadas Transporte San Ignacio S.R.L., TransporteLagos S.R.L., Transal S.R.L. y ALE Hnos. S.R.L. Extracto del fallo.81
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