Clifford D. Simak - Edocr

Un mundo distinto, de muy diversos modos. Un mundo tan pleno de
vida que ésta
zumbaba en el aire. Vida quizá que no podía correr muy
rápidamente, ni esconderse con
mucha eficacia.
El lobo y el oso se encontraron bajo el roble gigantesco y se
pusieron a charlar.
—He oído —dijo el lobo— que siguen las muertes.
El oso lanzó un gruñido.
—Unas muertes muy raras, hermano. Muertes que no dan de
comer.
—Muertes simbólicas —dijo el lobo.
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El oso sacudió la cabeza.
—No hay muertes simbólicas. Esta nueva psicología que enseñan
los perros exagera un
poco. Cuando se mata a alguien, es por hambre o por odio. No me
verás matar a alguien
que no voy a comer —se apresuró a aclarar sus palabras:— No es
que mate a alguien.
Lo sabes bien, hermano.
—Claro que no —dijo el lobo.
El oso cerró los ojitos, los abrió y parpadeó.
—Es cierto que de vez en cuando doy vuelta a una piedra y lamo
una hormiga o dos.
—No creo que los perros llamen a eso matar —dijo el lobo
gravemente—. Los insectos
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