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Clifford D. Simak
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La leyenda, que consta de ocho cuen
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hombre. Por el momento, ante la aus
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El concepto de ciudad envuelve la t
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hembras son mujeres o esposas (dos
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trabajo. Gramp refunfuñó y miró
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Gramp, que iba a sentarse, se ender
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Gramp sacudió la cabeza. —No pod
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—Hoy no habrá juego —dijo Mark
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Miró cómo su amigo se iba cojeand
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Las malezas cubrían el jardín y o
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—Se había interesado por la ener
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preguntaba en ese momento: —¿No
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su dinero. Sólo ustedes parecen ig
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Griffin ha cometido un error: se ha
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la pudiente generación anterior...
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John J. Webster dio media vuelta y
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—No puedo ocuparme de flores —d
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—La terminología no es muy acert
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para nosotros un verdadero problema
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—No podemos darlos a conocer —d
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muchachos al Museo para que saquen
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no son residentes. —Pero esto es
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la calle. —Olvida usted —dijo W
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Webster reconoció la voz profunda
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hablándome de su hijo. Carter salu
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—Un parque —dijo Gramp moviendo
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“Y la vi. Y me pareció un fantas
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sabe mucho de eso, ya que apenas ha
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mismo romanticismo. Se trata, sin d
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horizonte. Relucía en las pieles m
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meta. La independencia que da la se
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volvería otra vez. Las tres figura
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decía él. Pero había algo más.
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concierto, cualquier biblioteca del
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no volvió? —Este... —dijo Webs
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El hombre y el marciano callaron, o
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mientras dirigía sus pasos hacia l
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Gente chillona, gente apresurada, g
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mi abuelo? ¿Sufría también de lo
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Se sentó, bruscamente. La voz chil
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La habitación se desvaneció, y se
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—Cualquiera puede salir al espaci
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cinco generaciones. No era sorprend
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Las manos de Webster apretaron con
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Sopló sobre ella, pero el polvo no
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que le dominaran. Debía mantenerse
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diametralmente a la lógica canina
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Grant insinuó una sonrisa. —Hola
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—A Bruce le encantaría recibirte
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Thomas Webster clavó los ojos en e
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cabo, el último censo se realizó
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interés? —Sólo, supongo —dijo
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Grant se movió, incómodo, y luego
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—No —dijo Webster y había algo
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—Todavía hay mucho que hacer —
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—Sí, ya sé. Lo he leído. La ex
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Grant movió afirmativamente la cab
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sobre la alfombra. Un robot que hab
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habilidades habían sido modificada
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La abrió y Nathaniel se escurrió
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—Claro. Si vamos a ser compañero
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—Arreglada —dijo—. Quizá mej
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—Un censista. Un hombre que hace
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curiosas. Mi abuelo decía que lo q
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A Grant se le ocurrió algo; lo rec
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Las hormigas estaban tirando de car
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como el que descubrirían sin duda
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Webster. Joe se encogió de hombros
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—De modo que ésa es la respuesta
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—Oiga, Joe —dijo Grant, y aunqu
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Los hombres necesitaban de la aprob
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—¿Entonces usted puede terminarl
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Abrió los ojos y se encontró con
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Que no puede tratarse sino de un mi
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Pues habían tomado al irse una for
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mujer ya sonreía otra vez al joven
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Fowler sacudió la cabeza. —Quiz
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La mujer se incorporó lentamente,
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a no ser que la velluda criatura de
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funcionar correctamente con los sen
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Esperó a la señorita Stanley, esc
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serie de enigmas terminológicos. P
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—Oh, vamos —dijo Towser, y aún
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lentos, nebulosos. Quizá somos los
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—A cualquier parte —dijo Towser
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conceptos más valiosos y sólidos,
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Paraíso LA CUPULA era una forma ap
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me cazaban a mí. —Espérame —d
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Pelletier. Y eso podía ser fatal.
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gravedad mortal: —¿Y cómo está
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derecho de información. —Lo sien
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—A mí también. Estoy investigan
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A no ser que pudiera llegarse a un
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—Buenas tardes —dijo Tyler Webs
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hecho de que los jovianos vivan mil
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—De ese modo —apuntó Webster
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Webster, helado en su silla, sinti
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—En cuanto a eso —replicó seca
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de ustedes. —Vamos, Tyler —prot
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adelantar a la humanidad cien mil a
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—No es nada señor —dijo la muj
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Entendía más allá de las palabra
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—Ya he esperado demasiado. —Per
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Pero el hombre había olvidado la v
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Pero ahora esa posibilidad ya no ex
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Fowler lo está viendo, pensó Webs
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Es una pregunta, quizá, que muchos
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que el perro se echase por primera
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no apacentaba rebaños para proveer
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hombre llamado Grant que había dad
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Exactamente como decía el viejo ma
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defensa. No podía ser de otro modo
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Webster cruzó la habitación y sus
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Sara, observó, estaba sentada en u
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—Listo para ser escrito —dijo W
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Sara se inclinó extendiendo una ma
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perdido tantas cosas. Los lazos hum
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produciendo bienestar, como si aún
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Se frotó las verrugas del dorso de
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El hombre dejó de luchar. Comenzó
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—No, Oscar. Ella lo quiso así. E
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le importaba. Una de las pocas casa
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- Page 261 and 262: Webster rió brevemente. —No. Son
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- Page 305 and 306: vara se dobló... —Ya lo sé —d
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Jenkins apresuró el paso y dio med
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Pero en su interior veía la arena
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Un puntapié en las posaderas, hab
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apagadas de los perros en las habit
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cuando los hombres desaparecieron,
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La cosita negra se deslizó entre l
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cuerpo maravilloso, y... La voz de
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—Estuve en uno de esos mundos. El
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cerebro. Luego cerró el agujero de
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y hasta quizá cualquier perro... p
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Había una ciudad, y el nombre de l
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Webster se rió en el interior de s
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desaparecido de todas las mentes. Y