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PABLO, SU HISTORIA<br />
de verano del año 48 d.C. hasta más o menos la misma<br />
época del año siguiente). Si alguna vez tuvo intención de<br />
quedarse más tiempo (lo cual resulta harto improbable),<br />
la decisión le fue arrebatada de sus manos.<br />
Expulsión<br />
Pablo y el resto de compañeros de la misión fueron<br />
denunciados ante los magistrados del foro: «Los presentaron<br />
a los pretores y dijeron: "Estos hombres alborotan<br />
nuestra ciudad. Son judíos y predican costumbres que<br />
nosotros, siendo romanos, no podemos aceptar ni practicar"»<br />
(He 16,20-21) 17 . El ministerio que Pablo había<br />
desarrollado entre los paganos de Filipos ya había tenido<br />
el suficiente éxito como para que ciertas clases dirigentes<br />
se sintieran intranquilas. Los pretores eran responsables de<br />
mantener el orden público. El emperador Tiberio expulsó<br />
de Roma a los judíos en el año 19 d.C. por proselitismo.<br />
El castigo fue un aviso para que los pretores no toleraran<br />
comportamientos similares. El ejemplo de la capital tendría<br />
muchas repercusiones en las administraciones locales<br />
de las provincias. Los pretores de Filipos no llevaron a<br />
cabo investigación alguna y, tras la denuncia, desvistieron<br />
a Pablo y a sus compañeros, los apalearon y los encerraron<br />
en prisión (He 16,22-24). A la mañana siguiente, les<br />
obligaron a abandonar la ciudad por indeseables.<br />
Pablo decidió protestar entonces, pues consideraba<br />
que sus derechos como ciudadano romano no habían<br />
17 Para la complejidad de la historia de la tradición de He 16,13-40, cf M. E.<br />
BOISMARD-A. LAMOUILLE, Les Actes des deux apotres, Etudes bibliques, nouvelle serie<br />
12-14, Gabalda, París 1990, 2, 288-293, 3, 214-223; J. TAYLOR, Les Actes des deux<br />
apotres, Études bibliques, nouvelle serie 23, Gabalda, París 1994, 5, 252-264.<br />
VIAJE A EUROPA 121<br />
sido respetados (He 16,37). La protesta asustó a los<br />
magistrados. En efecto, no era descabellado que el gobernador<br />
de Macedonia escuchara las quejas del apóstol.<br />
Aquel ejercía su puesto en Tesalónica y podía suponer<br />
una amenaza para la estructura administrativa de Filipos.<br />
No debe sorprendernos, pues, que los pretores se<br />
disculparan. Eso, sin embargo, no fue obstáculo para que<br />
mantuvieran en pie, aunque algo atemperada, su resolución.<br />
Así, los pretores «invitaron» a Pablo a abandonar la<br />
ciudad (He 16,39).<br />
Filipos fue, en efecto, uno de los tres lugares donde<br />
Pablo fue «apaleado» (2Cor 11,25) y «tratado con desprecio»<br />
(lTes 2,2). Pablo bien podría haber evitado estos<br />
tratos invocando su ciudadanía romana mucho antes en el<br />
tiempo. Con su actuación, sin embargo, logró incriminar<br />
a los magistrados, se aseguró, de hecho, el reconocimiento<br />
de su ministerio y garantizó un cierto grado de protección<br />
para sus conversos. ¡Pablo no dejó su huella en el mundo<br />
greco-romano poniendo siempre la otra mejilla!<br />
Estrategia misionera<br />
Aunque Lucas no tuviera noticia de ello («Pasaron por<br />
Anfípolis y Apolonia, donde los judíos tenían una sinagoga<br />
y llegaron a Tesalónica» [He 17,1]), es casi seguro<br />
que, tras ser expulsado de Filipos, Pablo se dirigió al<br />
oeste siguiendo la Vía Egnacia. Pablo había tenido éxito<br />
fundando sus primeras iglesias, lo cual pintaba bien para<br />
el futuro de Europa, así que, ¿por qué habría de volver a<br />
Asia Menor, en cuyo corazón ya había prendido el cristianismo?<br />
No importaba cuáles fueran entonces los planes<br />
que tenían sus superiores en Antioquía de Orontes. Las