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264<br />
PABLO, SU HISTORIA<br />
espiritual». Procedían, principalmente, de la facción más<br />
adinerada y bien educada de la iglesia de Corinto. Sólo<br />
ellos podían permitirse el tiempo libre y la capacidad suficientes<br />
para dedicarse a la especulación teológica.<br />
El discurso del grupo espiritual recuerda la distinción<br />
que Filón de Alejandría hacía entre hombres celestiales<br />
y terrenales 3 . Los elementos clave mencionados en el<br />
párrafo anterior aparecen en dos pasajes de una única obra<br />
del gran filósofo judío: De sobrietate, 9-11 y 55-57. Así,<br />
podemos suponer que el resto de elementos esenciales que<br />
conforman la filosofía sobre el cielo y la tierra de Filón<br />
también formaban parte del panorama religioso del grupo<br />
espiritual. Pablo tiene esto en mente cuando discute sobre<br />
estos extremos en su carta.<br />
El cuerpo era un punto de discordia esencial que separaba<br />
al hombre celestial del hombre terrenal. La sabiduría<br />
del primero le había permitido ver que «el cuerpo es<br />
malo por naturaleza y traicionero para el alma» (Legum<br />
allegoriae, 3, 71), mientras que el hombre terrenal era<br />
un «amante del cuerpo» (Legum allegoriae, 3, 74). Si el<br />
cuerpo «conspira contra el alma, es un cadáver y siempre<br />
estará muerto» (Legum allegoriae, 3, 69), es lógico concluir<br />
que el grupo espiritual niegue la resurrección (ICor<br />
15,12). La muerte, desde su punto de vista, era la liberación<br />
del peso y la corrupción del cuerpo (De somniis,<br />
148). Recuperar el cuerpo tras la muerte carecería pues de<br />
sentido. Es muy poco probable, sin embargo, que la gente<br />
espiritual aceptara el evangelio paulino (Cristo como<br />
el Señor Resucitado) tal y como el apóstol lo concibió.<br />
3 Se puede leer una buena selección de introducciones sobre Filón de Alejandría<br />
en E. SCHÜRER, The History of the Jewish People in the Age of Jesús Christ, T&T. Clark,<br />
Edimburgo 1973-1987, 3. 809-889 (rev. y ed. por G. VERMES, F. MILLAR y M. GOOD<br />
MAN), y en R BORGEN, Philo de Alexandria, en The Anchor Bible Dictionary V, Doubleday,<br />
Nueva York 1992, 333-342.<br />
CONVERSACIONES CON CORINTO 265<br />
Quizá pensaban en Jesús como en un «Señor de la gloria»<br />
(ICor 2,8). En realidad no sabían nada del Jesús histórico;<br />
su actitud hacia él era, de hecho, la del «¡Maldito<br />
seas, Jesús!» (ICor 12,3). En consonancia con su formación,<br />
el grupo espiritual estaba formado por teístas, un<br />
grupo con el que Pablo nunca dudó en enfrentarse para<br />
recordarle la importancia de Jesucristo (ICor 2,16; 3,23;<br />
8,6; <strong>10</strong>,16; 15,3-5).<br />
Sólo cuando se asocia el sentimiento de menosprecio<br />
que Filón sentía hacia el cuerpo con la máxima de que<br />
«sólo el hombre sabio es libre» (De posteritate caini, 138)<br />
-esto es, que el hombre sabio «tiene el poder de hacer lo<br />
que quiera y de vivir según su voluntad» (Quod omnis<br />
probus liber sit, 59)—, llegamos a comprender el lema de<br />
los corintios: «Todo está permitido» (ICor 6,12; <strong>10</strong>,23) y<br />
«cualquier otro pecado cometido por el hombre está fuera<br />
del cuerpo» (ICor 6,18). Su creencia en la irrelevancia<br />
moral del cuerpo capacitaba al grupo espiritual para satisfacer<br />
sus apetitos sexuales (ICor 5,1-8; 6,12-20) o para<br />
comer lo que quisieran (ICor 8,<strong>10</strong>).<br />
En este contexto, también conviene recordar la importancia<br />
que algunos corintios atribuían al «don de lenguas»<br />
(ICor 12-14). Para Filón, la posesión del espíritu profético<br />
se expresaba en el éxtasis y producía frenesí místico,<br />
ya que «la llegada del espíritu divino desahucia a la mente»<br />
(Quis rerum divinaxym heres, 264-265). Cuando habla de<br />
las lenguas, Pablo menciona, específicamente, el «frenesí»<br />
(ICor 14,23) y la inactividad de la mente (ICor 14,14).<br />
Un discurso misterioso e ininteligible halagaba al grupo<br />
espiritual, que se creía superior a los demás.<br />
En resumen, el grupo espiritual era la principal fuente<br />
de los problemas tratados en trece de los dieciséis capítulos<br />
de la primera Carta a los corintios.