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murphy,jerome - pabl.. - 10

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370 PABLO, SU HISTORIA<br />

apóstol. Así, Pablo decidió hacer planes para el futuro, y si<br />

no sobrevivía, Timoteo y Marcos tomarían el relevo.<br />

Sentencia de muerte<br />

El optimismo de Pablo estaba fuera de lugar. En el último<br />

cuarto del año 67 d.C, Pablo fue citado de nuevo por el<br />

magistrado. Esta vez habría una sentencia en firme. El solo<br />

hecho de haber admitido ser cristiano era suficiente (2Tim<br />

4,17). Nerón había establecido el siniestro precedente de<br />

que los cristianos podían ser considerados cul<strong>pabl</strong>es, y de<br />

que la pena más apropiada para ellos era la pena capital.<br />

Dadas las circunstancias, el destino de Pablo dependía<br />

del juicio que se formara el magistrado sobre él. Si el<br />

magistrado respetaba la ciudadanía romana de Pablo y<br />

aplicaba la ley de forma estricta, entonces dicho magistrado<br />

crearía un dilema para Pablo que no tiene paralelismo<br />

posible en nuestra sociedad. Hoy día, en aquellos<br />

países donde hay pena capital, los condenados se mantienen<br />

bajo vigilancia aún mayor de la que tenían antes de<br />

la condena. La ley romana ofrecía al reo la posibilidad de<br />

elegir. En origen, el magistrado estaba obligado a dar al<br />

reo la oportunidad de escapar después de dictar sentencia.<br />

La pena autoimpuesta del exilio se consideraba como una<br />

alternativa aceptable a la pena de muerte. Se reconocía por<br />

un decreto de «aqua et igni interdictio» («negativa al agua<br />

y al fuego») emitido por el propio tribunal tras la marcha<br />

del reo. El decreto anulaba toda la protección legal del<br />

reo y promulgaba la sentencia de muerte para dicho reo<br />

en caso de que volviera, de forma ilegal, a la jurisdicción<br />

donde había sido condenado. Durante el siglo I d.C, este<br />

tipo de exilio fue reemplazado por sentencia formal de<br />

LOS ÚLTIMOS AÑOS<br />

deportación a un lugar concreto, por ejemplo, la isla de<br />

Gyara, que no era más que un peñón en forma piramidal<br />

con una base de 4x4 Ion. Gyara era el equivalente romano<br />

a la isla del Diablo en la Francia del siglo XIX o la isla<br />

de Alcatraz en los Estados Unidos del siglo XX. Si Pablo<br />

hubiera tenido esa opción, ¿qué habría elegido? Dudo que<br />

hubiera cambiado las conclusiones a las que había llegado<br />

años antes, cuando fue encarcelado en Efeso:<br />

«Pues para mí la vida es Cristo, y la muerte la ganancia. Mas si<br />

continuar viviendo es para mí fruto de apostolado, no sé qué<br />

elegir. Me siento apremiado por ambas partes: por una, deseo<br />

la muerte para estar con Cristo, lo que es mejor para mí; por<br />

otra, deseo continuar viviendo, lo que juzgo más necesario para<br />

vosotros. Estoy seguro de que me quedaré y permaneceré con<br />

vosotros para vuestro progreso y gozo en la fe» (Flp 1,21-25).<br />

Puede que la muerte fuera la opción preferida por<br />

Pablo, pues no en vano significaría la unión inmediata y<br />

eterna con Cristo, pero él era apóstol por decisión divina.<br />

Pablo tenía una obligación que cumplir, y él mismo no<br />

estaba autorizado a aliviarse. Debía, en efecto, llevar el<br />

evangelio a los demás. En consecuencia, Pablo habría<br />

elegido la vida sin dudarlo un momento, como ya hizo en<br />

Éfeso. Puede que Gyara no fuera el lugar ideal para vivir,<br />

pero ahí había almas que salvar, y a buen seguro conocería<br />

otras muchas camino del este. Si aceptamos el testimonio<br />

de Eusebio («está acreditado que Pablo fue decapitado<br />

durante el reinado de Nerón» <strong>10</strong> ), debemos concluir que<br />

Pablo no tuvo la oportunidad de decidir el futuro que, por<br />

ley, se merecía. El magistrado, pues, consideró prudente<br />

<strong>10</strong> Historia de la Iglesia, 2, 25; cf 3, 1.<br />

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