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250 PABLO, SU HISTORIA<br />
sentantes, que por aquel entonces debían de ir camino de<br />
Filipos, ni siquiera sabían que la iglesia existía.<br />
Los adversarios intelectuales de Pablo en Colosas carecían<br />
de la profundidad intelectual de los antioquenos.<br />
Describían misterios, visiones apocalípticas cuya existencia<br />
no podía ser verificada. En contraste con los cultivados<br />
representantes de Antioquía, los colosenses flotaban en<br />
un mundo de fantasía. Pablo intentaba, por tanto, reestablecer<br />
un elemental sentido de la realidad para que los<br />
descarriados pudieran poner sus pies en tierra firme. Ellos<br />
perseguían sombras; él debía mostrarles que Cristo era la<br />
esencia (Col 2,17). La táctica más eficaz consistía en no<br />
excitar más a los místicos, sino en introducir, de forma<br />
consistente, ligeras modificaciones a su credo. El impacto<br />
acumulado de dichas modificaciones habría de subvertir<br />
el evangelio místico-ascético por completo. Pablo confiaba<br />
en el poder aleccionador que caracteriza a una tranquila<br />
toma de autoridad.<br />
Planes de futuro<br />
Aunque todavía era objeto de sospechas en Éfeso, era<br />
comprensible que Pablo hiciera planes de futuro para<br />
cuando fuera liberado. Pero los planes no parecían muy<br />
coherentes. Pablo escribe a los filipenses: «Confiado en el<br />
Señor, espero ir yo mismo pronto» (2,24). Y poco después<br />
hace una petición a Filemón en Colosas: «A la vez,<br />
ve preparándome el hospedaje, pues espero que, gracias<br />
a vuestras oraciones, volveré pronto a veros» (Flm 22).<br />
Pablo hizo estos planes con el corazón, no con la cabeza.<br />
La ruta hacia Filipos iba hacia el norte, mientras que la<br />
«vía común» hacia Colosas iba en dirección este. Si Pablo<br />
SEGUNDO AÑO EN ÉFESO 251<br />
quería actuar, debía decidirse por una de las dos opciones.<br />
Y sólo podemos adivinarla por su razonamiento.<br />
Pablo salió de prisión aproximadamente a finales de<br />
verano del año 53 d.C. Como todavía tenía planeada<br />
una visita a Filipos un año después (lCor 16,5), debemos<br />
suponer que no fue allí tras su liberación, lo cual<br />
es comprensible. Ya hemos visto que había importantes<br />
grupos opuestos a su liderazgo en la iglesia de Éfeso (Flp<br />
1,14-15). Un viaje de ida y vuelta de Efeso a Filipos duraría<br />
un mínimo de un mes en óptimas condiciones. Esta<br />
cantidad de tiempo acercaría peligrosamente el momento<br />
en que se cancelaban las travesías por mar. Si ya no partían<br />
barcos desde Neápolis a Tróade, Pablo quedaría atrapado<br />
en Macedonia durante el invierno, lo cual traería<br />
consecuencias inaceptables para el apóstol. Una ausencia<br />
prolongada podría garantizar el éxito de un evangelismo<br />
opuesto a la interpretación paulina en Éfeso. Por otra<br />
parte, dejar la ciudad en un momento tan crucial podría<br />
interpretarse como un acto de cobardía.<br />
Con todo, estas premisas no constituían un impedimento<br />
para que Pablo visitara la iglesia de Colosas. Los<br />
motivos para que Pablo fuera a Filipos eran, esencialmente,<br />
el placer de visitar a un grupo de creyentes que<br />
siempre se habían mostrado leales y cooperantes. La visita<br />
rejuvenecería el espíritu del apóstol tras una época en la<br />
cual había sido objeto de una tensa investigación. Aparte<br />
de las tensiones generadas por la competencia personal<br />
entre Evodia y Síntique (Flp 4,2), no había problemas<br />
en Filipos que demandaran la presencia de Pablo. Por<br />
otra parte, no sería difícil para Pablo explicar por qué no<br />
había mantenido su promesa de visitar a los filipenses. Se<br />
conformaría diciendo que repudiaba una decisión egoísta<br />
que había tomado en un momento de debilidad.