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312 PABLO, SU HISTORIA<br />
Océano Atlántico: «El Cabo sagrado (actual cabo San<br />
Vicente, en Portugal) es el punto más occidental, no sólo<br />
de la tierra, sino de todo el mundo habitado» 3 . En una<br />
explosión de júbilo y entusiasmo, Pablo decidió que su<br />
próxima iglesia debía ser fundada en la península Ibérica.<br />
Más tarde, al reflexionar sobre la idea, Pablo debió de<br />
darse cuenta de la cantidad de dificultades, pero quizá no<br />
comprendió su alcance. En toda la zona del Mediterráneo<br />
oriental Pablo se comunicaba hablando una lengua<br />
que conocía. Además, en el mundo grecolatino oriental<br />
había una red de instituciones judías de las cuales se podía<br />
aprovechar. En España, Pablo no tendría estas ventajas 4 .<br />
La diáspora judía no se había extendido más allá de la<br />
península Itálica. Esto significaba que no habría «temerosos<br />
de Dios» cuyas mentes ya estuvieran preparadas para<br />
el evangelio gracias a las escrituras. Tampoco había mucha<br />
gente que hablara griego. La lengua se mantuvo en las<br />
pocas colonias griegas antiguas que se localizaban en la<br />
costa este. Tierra adentro, sin embargo, el territorio estaba<br />
dominado por un enorme número de tribus que hablaban<br />
dialectos íberos. El latín era la lengua de la administración<br />
romana, pero ningún sector importante de la población<br />
autóctona lo hablaba.<br />
3 Geografía, 3. 1. 4; DIODORO SÍCULO, Historia, 25, <strong>10</strong>, 1. La impresionante forma<br />
de cufia del cabo San Vicente -el Sacrum Promontorium, cf R. TALBERT (ed.), o.c, mapa<br />
26-, impresionaba mucho más a los antiguos que el Magnum Promontorium -el actual<br />
cabo Da Roca, al norte de la desembocadura del río Tajo—, pero que, de hecho, está 48<br />
km más al oeste que el primero.<br />
4 Sobre la presencia de los judíos en la península Ibérica, cf W. P. BOWERS, Jewish<br />
Communities in Spain in the Time ofPaul the Apostle, Journal of Theleological Studies 26<br />
(1975) 395-402, y el mapa en J. B. PRITCHARD (ed.), The Times Atlas ofthe Bible, Times<br />
Books, Londres 1987, 170-171. La mareante cifra de dialectos íberos queda ilustrada<br />
gráficamente en A. GARCÍA Y BELLIDO, Die Latinisierung Hispaniens en Aufsteig und Niedergangder<br />
romiscben Weetl, de Gruyter, Berlín 1972, 1, 462-491, aquí 476-477.<br />
ADIÓS AL ESTE 313<br />
¿Un apóstol de Roma?<br />
Pero aunque Pablo no hubiera previsto estos problemas,<br />
al menos sí debería saber que el extremo occidental del<br />
Mediterráneo era muy distinto de todo aquello que<br />
había vivido en pasadas experiencias. No tardó, pues,<br />
mucho tiempo en concluir que necesitaba entrenarse en<br />
compañía de aquellos que vivieran cerca de aquel país<br />
extranjero. Pablo decidió que Roma sería su trampolín<br />
hacia el oeste.<br />
Pablo sabía muy bien que el cristianismo ya se había<br />
establecido en la Ciudad Eterna. No sólo Priscila y Áquila,<br />
sus fieles colaboradores, habían pertenecido a una comunidad<br />
cristiana en Roma; también le habría extrañado que<br />
no hubiera cristianos romanos entre los mercaderes y viajeros<br />
que abarrotaban Corinto. Estos podrían proporcionarle<br />
información de primera mano sobre su comunidad<br />
de origen. Pablo pudo así asegurarse de que, a su llegada<br />
a Roma, iba a encontrar trabajo y alojamiento entre sus<br />
correligionarios romanos. Muchos de ellos habían sido<br />
formados en la ética cultural del mediterráneo oriental,<br />
de ahí que la hospitalidad para con los viajeros fuera casi<br />
una segunda naturaleza.<br />
Con todo, Pablo decidió echar mano de Priscila y<br />
Áquila. Les pidió que dejaran de nuevo su casa y fueran a<br />
Roma antes que él para ejercer de avanzadilla (Rom 16,3).<br />
Esta estrategia tuvo sentido en Efeso; allí, como ya se dijo,<br />
el matrimonio aceptó la carga de tener preparada una base<br />
adecuada, cómoda y estable para cuando llegara Pablo.<br />
Pero en Roma la cosa parecía innecesaria. Los cristianos<br />
de allí no necesitaban ser apaciguados ni mucho menos<br />
advertidos de nada. En consecuencia, Pablo debía tener<br />
otra cosa en mente que no fuera una visita de cortesía.