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276 PABLO, SU HISTORIA<br />
rior. Visto así, lo mejor era regresar directamente a Éfeso.<br />
Era consciente de que, al faltar a su palabra, los corintios<br />
podrían tener una nueva vara para atacar al apóstol. Este<br />
ya había cambiado dos veces sus planes de viaje por este<br />
asunto. ¿Por qué no habrían de azotarle los corintios con<br />
la vara de la inconsistencia? Eso no fue óbice para que<br />
Pablo zarpara rumbo a Efeso.<br />
Una carta escrita entre lágrimas<br />
Con suerte, Pablo estaría de vuelta en Efeso para mediados<br />
de agosto del año 54 d.C. Aunque había decidido no<br />
volver a Corinto, Pablo sintió que debía una explicación<br />
a los corintios acerca de cuáles eran sus sentimientos en<br />
torno a lo que allí había ocurrido durante su última visita.<br />
La carta no iba a ser fácil de escribir: «Os escribí esa carta<br />
profundamente acongojado y angustiado, y hasta con<br />
lágrimas en los ojos, no para causaros tristeza, sino para<br />
manifestaros el amor tan grande que os tengo» (2Cor<br />
2,4). Por desgracia, la carta no ha sobrevivido, pero Pablo<br />
nos da suficientes pistas como para entender cuál fue el<br />
enfoque que le dio.<br />
La carta no se parecía en nada a la que escribió a los<br />
gálatas. No se preocupó de contestar a los argumentos de<br />
la delegación judaizante, sino que se concentró exclusivamente<br />
en su relación con los corintios (2Cor 1,9; 7,12).<br />
Su estrategia consistía en ganarse la simpatía de estos revelando<br />
su traición a través de la descripción de su propio<br />
dolor. La carta estaba pensada para tirar de las cuerdas del<br />
corazón, al tiempo que causaba un shock severo a sus lectores.<br />
La misiva tenía que ser suficientemente fuerte como<br />
para agitar la conciencia de los corintios, pero sin llegar<br />
CONVERSACIONES CON CORINTO 277<br />
a la violencia (en ese caso, los corintios podrían sentirse<br />
alienados de su apóstol). El texto debía combinar la reprobación<br />
más eficaz con la reafirmación de su afecto. Las<br />
decisiones que debía tomar eran tan delicadas que el proceso<br />
de redacción debió ser una completa agonía. Incluso<br />
después de haberla despachado, Pablo debió de sentirse<br />
inquieto por el efecto que produciría entre sus fieles. Era<br />
incluso probable que la carta provocara más daño que<br />
beneficio. ¿No hubiera sido mejor decir esto en lugar de<br />
aquello? La incertidumbre le pesaba muchísimo.<br />
La carta fue entregada por Tito (2Cor 2,13; 7,6). No<br />
hubiera sido muy adecuado el haber enviado a Timoteo,<br />
pues no hay que olvidar que este, como mínimo, había<br />
estado presente cuando se produjo el primer encontronazo<br />
entre Pablo y los corintios. No importa si Pablo tenía a<br />
mano otros discípulos que le pudieran ayudar. Tito estaba<br />
especialmente cualificado para la tarea: había acompañado<br />
a Pablo durante el concilio de Jerusalén (Gal 2,1-3). Tito,<br />
en otras palabras, era un envoltorio perfecto para la «Carta<br />
llena de dolor», la carta sobre la que Pablo había vertido<br />
sus decepciones y su angustia. Tito estaba en disposición<br />
de informar, con toda autoridad, del acuerdo que había<br />
entre Pablo y la madre iglesia. En otras palabras, Tito<br />
podía refutar cualquier demanda o incluso llamar la atención<br />
sobre cualquier deformación de la realidad que se<br />
produjera por parte de la delegación judaizante.