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208 PABLO, SU HISTORIA<br />
sus pecados. Sabían de él porque era el ayudante más cercano<br />
de Juan el Bautista. Cuando Juan y Jesús trasladaron<br />
su profético movimiento para reformar el judaismo a la<br />
orilla occidental del río Jordán (una región mucho más<br />
densamente poblada), el primero se encargó de difundir<br />
su mensaje a los samaritanos, mientras que el segundo se<br />
concentró en predicar entre los habitantes de Judea (Jn<br />
3,22-24). Los dos creían que tenían poco tiempo, de ahí<br />
que fuera necesario alcanzar a gran número de población.<br />
De este modo, Juan comenzó a bautizar en las fuentes de<br />
la ladera oriental del Monte Garizín (lo más cerca posible<br />
del templo samaritano, ya en ruinas, que había en la<br />
cima) y Jesús hizo lo propio en el corazón de la vida judía,<br />
en el templo de Jerusalén. Una vez allí, y para llamar la<br />
atención, volcó las mesas de los cambistas (Jn 2,13-16).<br />
Fue en el transcurso de esa misión cuando Jesús se encontró<br />
con los peregrinos de Efeso, consiguiendo además su<br />
arrepentimiento.<br />
Pedro pudo haber hablado con Pablo, largo y tendido,<br />
sobre este período en la vida de Jesús, pues había compartido<br />
esos días con su maestro. Ahora bien, ese encuentro<br />
se había producido hacía unos quince años. Las preguntas<br />
que a buen seguro Pablo formuló a Pedro, así como el<br />
posterior apostolado de aquel, se centraban todas en un<br />
período posterior, es decir, cuando Jesús se dio cuenta de<br />
que era el Mesías.<br />
Ahora, Pablo se veía en la tarea de convencer al grupo<br />
de judíos de Efeso de que Jesús era, de hecho, el Mesías<br />
que habían estado esperando. Debió hablarles de la<br />
resurrección como prueba irrefutable de la autenticidad<br />
de todo lo que Jesús había dicho y hecho, del poder del<br />
Señor resucitado, cuyo número de creyentes seguía creciendo.<br />
PRIMER AÑO EN ÉFESO 209<br />
Una vez que los juanistas aceptaron a Jesús como el<br />
Mesías y fueron bautizados en consonancia, Pablo no<br />
habría podido esperar a conocer los recuerdos de un día<br />
que acabó siendo crucial para la vida de aquellos judíos.<br />
Por fin Pablo dispondría de nuevas piezas para completar<br />
el retrato-mosaico de su Salvador.<br />
Aparte de este grupo concreto, no se sabe nada específico<br />
sobre la composición de la iglesia en Efeso. Como la<br />
ciudad se asemejaba a Corinto en muchos aspectos, debemos<br />
concluir que las dos comunidades se parecían entre<br />
sí, tanto en número de fieles como en su extracto social<br />
(lCor 1,26-29). Cada ciudad era un microcosmos: más<br />
gentiles que judíos, unos pocos miembros acaudalados,<br />
la mayoría comercializaría con gente y esclavos, con toda<br />
probabilidad más mujeres que hombres, etc.<br />
Expansión apostólica por Asia<br />
Aunque hubiera elegido Efeso como su base de operaciones<br />
(eran evidentes las ventajas que le ofrecía la ciudad en<br />
cuanto a la posibilidad de mantenerse en contacto con las<br />
iglesias que había fundado en el pasado), Pablo no detuvo<br />
su tarea de mantenimiento en los veintisiete meses que<br />
pasó allí (He 19,8-<strong>10</strong>). Le habría sido imposible hacer eso.<br />
Pablo era misionero de vocación (era más eficaz fundando<br />
iglesias que dirigiéndolas) y creía firmemente que las iglesias<br />
debían llegar también a los no creyentes. El cumplido<br />
que dedica a la iglesia de Tesalónica describe perfectamente<br />
su ideal de iglesia: «Hasta convertirlos en modelos<br />
para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Así es<br />
como desde vosotros se ha difundido la palabra del Señor;<br />
y no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por doquier es