You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
128 PABLO, SU HISTORIA<br />
monopolizaban las fuentes de los beneficios económicos,<br />
y ahora se habían apropiado de la divinidad amiga de los<br />
pobres.<br />
Dadas las circunstancias, es fácil comprender por qué<br />
los desposeídos y desafortunados sentían atracción por<br />
el discurso evangélico de Pablo. Este discurso recogía las<br />
líneas maestras de una teología que se creía ya perdida.<br />
Pablo celebraba la figura de un joven asesinado que, de<br />
hecho, se había levantado de entre los muertos. Eso quería<br />
decir que la nueva figura tenía poder suficiente para conferir<br />
los beneficios necesarios a los más desfavorecidos y en<br />
el momento actual. Además, el nuevo Cabiros acogería a<br />
sus seguidores en un mundo totalmente nuevo.<br />
No es difícil suponer que la idea de un nuevo «dios»<br />
con capacidad para transformar radicalmente el statu quo<br />
de los ciudadanos más desprotegidos, era vista por parte<br />
de las autoridades municipales como una amenaza subversiva.<br />
Si el nuevo movimiento llegaba a arraigar y a desarrollarse,<br />
podría acabar convirtiéndose en elemento peligroso<br />
para el tejido social de la ciudad. Por muy ridicula que<br />
pareciera la naturaleza divina de la figura de Jesús resucitado<br />
a los griegos y romanos más poderosos, lo cierto<br />
es que la clase dirigente tenía la suficiente astucia como<br />
para reconocer el potencial peligro de un nuevo «dios»<br />
incontrolado más allá de las estructuras de la religión de<br />
la ciudad. Un nuevo culto religioso de esa categoría podría<br />
hacer las funciones de elemento de cohesión del proletariado,<br />
algo que, por definición, no satisfaría a las clases<br />
dirigentes. El mensaje de Cristo podría acabar siendo la<br />
chispa que prendiera en el combustible de las ambiciones<br />
frustradas. Bajo la inspiración del nuevo «dios», los primeros<br />
indicios de descontento podrían derivar en actos<br />
revolucionarios.<br />
VIAJE A EUROPA 129<br />
Con el tiempo, las comunidades cristianas se enteraron<br />
de que las autoridades municipales tenían intención de<br />
actuar contra ellos. Pablo y sus compañeros decidieron<br />
esconderse, así que huyeron de la ciudad, la cual, por<br />
entonces, parece que carecía de murallas. Pablo tuvo<br />
primero el instinto de continuar hacia el oeste por la Vía<br />
Egnacia, igual que hizo al huir de Filipos por causas similares.<br />
Pero tras una breve reflexión, el propio apóstol se dio<br />
cuenta de que esa ruta facilitaría la labor de su búsqueda<br />
por parte de las autoridades tesalonicenses. Por ello, es<br />
posible que haya algo de verdad cuando Lucas afirma (He<br />
17,<strong>10</strong>) que Pablo salió de la Vía Egnacia justo después de<br />
cruzar el río Axios para continuar en dirección suroeste,<br />
hacia Berea (actual Veria).<br />
Pronto se hizo patente que Macedonia no ofrecía<br />
garantías de seguridad para Pablo. No pasaba inadvertido<br />
para las autoridades tanto de Filipos como de Tesalónica.<br />
La oposición a sus misiones no iba sino a crecer y a endurecerse.<br />
Esta circunstancia hizo que Pablo cancelara cualquier<br />
plan que hubiera tenido para llevar su ministerio a<br />
las poblaciones que quedaban al oeste de la Vía Egnacia.<br />
Lo único que importaba ahora era salir de Macedonia<br />
lo antes posible. La mejor solución era tomar un barco<br />
que fuera hacia el sur por la costa de la provincia romana<br />
limítrofe de Acaya. Un rápido traslado a una jurisdicción<br />
distinta supondría hacer borrón y cuenta nueva 22 .<br />
Conforme zarpaba desde Metone (o quizá Pidna), la<br />
vista de Pablo se obnubilaba a la vista de las cumbres nevadas<br />
del monte Olimpo, la cima más alta de Grecia (2.918<br />
m). Quizá se acordaba del Monte Hermón, cuya altura<br />
era más o menos similar, y de la ruta hacia Damasco.<br />
22 Las relaciones entre Tesalónica, Berea, Metone, Pidna y las calzadas que las<br />
unían están descritas en R. TALBERT (ed.), o.c, mapa 50.