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350 PABLO, SU HISTORIA<br />
romanos, cuya iglesia, parece ser, ¡no tenía congregación<br />
filial alguna! La atmósfera se enrarecía conforme ambos<br />
contendientes se enfrascaban en sus posiciones.<br />
En algún momento, Pablo debió de decir que pensaba<br />
ir a España de todos modos. Esta actitud desembocó en<br />
una prohibición total por parte de los romanos. Sería muy<br />
arrogante, por parte del apóstol, si este decidía viajar a<br />
España sin el consentimiento romano: estaría poniendo<br />
en peligro la credibilidad de la iglesia de la capital del<br />
imperio. En lo que a Pablo respectaba, esos argumentos<br />
tan mundanos estaban pensados para torearle. Sus adversarios<br />
romanos lo acosaban. Su determinación crecía<br />
implacablemente.<br />
Lo cierto es que Pablo acabó yendo a España. Dadas<br />
las circunstancias y su carácter, sería bastante sorprendente<br />
que no hubiera sido así. La ruta por mar era la más<br />
sencilla de atravesar. Podía llegar a la costa de Cataluña<br />
en apenas cuatro días, o a Gades (Cádiz) en siete si cogía<br />
un barco desde Ostia, el puerto de Roma. Una vez que<br />
tomara tierra, vaticinaban los romanos, no conseguiría<br />
apenas nada. Sería un fracaso tan ignominioso como<br />
aquel intento que tuvo el apóstol de evangelizar a los<br />
nabateos poco después de su conversión. Aunque el entusiasmo<br />
le ayudó a emprender ambas misiones, lo cierto es<br />
que, tanto la evangelización de los iberos como la de los<br />
nabateos estuvieron muy mal preparadas. No podría pasar<br />
más de un verano hasta que Pablo se convenciera de ello,<br />
pues casi nadie hablaba griego en la península ibérica. En<br />
un futuro inmediato, Pablo no iba a conseguir adentrarse<br />
mucho en España.<br />
LOS ÚLTIMOS AÑOS 351<br />
Regreso a Iliria<br />
El debate con los romanos y el fiasco ibérico debieron<br />
ocurrir en el verano de 62 d.C. ¿Qué iba a hacer Pablo<br />
ahora? La experiencia en España le había mostrado las<br />
dificultades con que se iba a encontrar para fundar misiones<br />
en el litoral de la Galia o en el norte de Italia, donde<br />
las condiciones eran similares a las que hemos expuesto<br />
con respecto a España. Las limitaciones lingüísticas del<br />
apóstol no le dejaban más alternativa que volver hacia el<br />
este. Pablo pensaba que había hecho todo lo que podía<br />
en la región, pero lo cierto es que todavía tenía ciertos<br />
asuntos pendientes que bien podrían acaparar toda su<br />
atención. La necesidad que tuvo el apóstol de partir para<br />
Corinto a finales de verano del año 55 d.C. había interrumpido<br />
la misión de aquel en Iliria. La iglesia de aquella<br />
zona no se había nutrido tanto de la sabiduría del apóstol<br />
como lo habían hecho las demás de la zona. La misión ya<br />
tenía unos siete años de antigüedad, pero eso no debió de<br />
ser óbice para que el apóstol dirigiera sus pasos hacia allí:<br />
su aportación al desarrollo de la comunidad había sido<br />
truncado violentamente.<br />
La atractiva posibilidad de poder volver a realizar su<br />
tarea apostólica debió animar a un Pablo frustrado por<br />
el viaje a España. Su orgullo hacía imposible una visita<br />
a Roma. Los creyentes de allí no le habrían ayudado a<br />
superar su fracaso. A menos que el barco atracara en algún<br />
puerto al sur de Ostia, lo más probable es que el apóstol<br />
rodeara la ciudad por el sur para coger la Vía Apia, la<br />
«reina de los caminos», que habría de llevarle directamente<br />
a Beneventum (el actual Benevento). En una ciudad tan<br />
opulenta, Pablo tenía que elegir: podía continuar por la<br />
Vía Apia, pasando a través de Venusia y Tarento, antes