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PABLO, SU HISTORIA<br />
probablemente, se alegrarían por la implícita condena a<br />
los gentiles.<br />
Santiago debió de tranquilizarse bastante al saber que<br />
Pablo tenía intención de seguir el rito de purificación<br />
de los siete días. Como resultado, el dirigente cristianojudío<br />
habría de enfocar el asunto de la donación con<br />
espíritu de cooperación. Puede incluso que fuera el<br />
mismo Santiago quien sugiriera una solución elegante,<br />
que probablemente complació a Pablo (si es que no se<br />
le había ocurrido antes a él, por supuesto). El dinero no<br />
sería entregado directamente a la congregación de Jerusalén.<br />
Eso sólo podría haber acabado en un agrio debate.<br />
En lugar de esto, el dinero sería gastado, en secreto, para<br />
beneficio de la comunidad, antes de que los miembros<br />
de esta se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo. Así,<br />
además, se lograrían desbloquear otros fondos comunitarios.<br />
El engranaje de este astuto ardid era la institución del<br />
voto nazireo (Núm 6,1-21). Liberarse uno mismo de ese<br />
voto era un negocio muy caro. La ofrenda obligatoria<br />
era así: «Para hacer su ofrenda al Señor: un cordero de<br />
un año, sin defecto, para el holocausto; una cordera, de<br />
un año para el sacrificio de reconciliación y una cesta de<br />
panes sin levadura, de tortas de flor de harina amasada<br />
con aceite, para la ofrenda y la libación» (Núm 6,14-15).<br />
Para una persona pobre, la carga financiera era considerable,<br />
y tardaría demasiado en reunir el dinero. Ayudar se<br />
consideraba un buen gesto entre la comunidad judía.<br />
Santiago tenía cuatro nazireos que necesitaban ayuda<br />
(He 21,23). El plan sería que Pablo pagara sus gastos.<br />
Cuando el gesto se supiera, la iglesia de Jerusalén no<br />
podría rechazarlo, pues no en vano provenía de un peregrino<br />
judío que había sido purificado. Por lo demás, el<br />
ADIÓS AL ESTE 343<br />
gesto podría aliviar las deudas financieras de la iglesia.<br />
¡La aceptación, sin embargo, implicaba que la iglesia ya<br />
se había aprovechado de la colecta!<br />
Bajo custodia romana<br />
Desafortunadamente, el plan se puso en marcha, pero<br />
nunca llegó a realizarse. Antes de que terminaran los siete<br />
días de purificación (es decir, antes de que Pablo pudiera<br />
hacer nada por los nazireos), la segunda gran amenaza que<br />
Pablo había previsto se hizo realidad.<br />
Durante las visitas al templo, los judíos no cristianos<br />
intentaron lincharlo alegando, sin razón justificada, que<br />
había metido a un gentil en la parte del templo reservada<br />
a los judíos. Esta zona era el área de 500 codos cuadrados<br />
que había en medio de la corte de los gentiles. Para<br />
proteger su santidad, estaba rodeado por una muralla a la<br />
altura de la cintura. Cada una de sus puertas llevaba inscripciones,<br />
en griego y en latín, que prometían la muerte<br />
a aquellos gentiles que cruzaran la barrera.<br />
Un atento centinela romano que estaría vigilando<br />
desde las almenas de la fortaleza Antonia (en la esquina<br />
noroeste del templo) vio la violencia del apelotonamiento<br />
de la muchedumbre. Temiendo que hubiera una revuelta,<br />
el centinela avisó al tribuno, Claudio Lisias, quien intervino<br />
de inmediato, sacando a Pablo de las garras de la<br />
multitud. Lisias estaba preparando el interrogatorio, bajo<br />
tortura, de Pablo cuando este reclamó sus derechos como<br />
ciudadano romano (He 22,25). Este episodio data de<br />
mediados de verano del 56 d.C.<br />
El tribuno no podía hacerse cargo de las posibles<br />
responsabilidades inherentes a la tortura de un ciuda-