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murphy,jerome - pabl.. - 10

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158 PABLO, SU HISTORIA<br />

para dar la impresión de que ganaba lo suficiente para<br />

vivir, Priscila y Aquila debieron de ser cómplices de Pablo<br />

en este engaño. Después de todo, Pablo era su empleado.<br />

Ahora bien, ¿por qué pensó Pablo que debía dar esa<br />

impresión engañosa?<br />

Lo que mantenía unidas las piedras que cimentaban<br />

el mundo grecolatino era el intercambio de favores <strong>10</strong> .<br />

Poseer riquezas, en sí mismas, no significaba nada. Sólo si<br />

se distribuían podían intercambiarse estas por prestigio y<br />

poder. Los regalos eran gestos públicos que reivindicaban<br />

la superioridad del donante sobre el destinatario que,<br />

en respuesta, debía mostrar su respeto hacia aquel. Los<br />

regalos debían ser correspondidos. Si la correspondencia<br />

era mayor en valor, el destinatario original ganaba ventaja<br />

sobre el donante original. Si el valor de la correspondencia<br />

era igual al valor del regalo original, entonces los dos sujetos<br />

permanecían iguales. Ahora bien, si la correspondencia<br />

era un regalo de menos valor que el regalo original, entonces<br />

el destinatario se convertía en cliente que tenía una<br />

obligación por cumplir con el donante original. Rechazar<br />

un regalo estaba fuera de toda posibilidad, pues la consecuencia<br />

podía ser un derramamiento de sangre.<br />

Sólo podemos entender que Pablo aceptara dinero<br />

filipense y no corintio conociendo estos antecedentes. La<br />

aceptación y el rechazo de uno u otro estipendio no era,<br />

ni mucho menos, un capricho, sino que respondía a una<br />

estrategia misionera bastante coherente. Pablo aceptaría<br />

ayuda financiera de una comunidad dada, sólo después<br />

de abandonarla, no mientras estuviera allí presente. La<br />

distancia marcaba la diferencia.<br />

El regalo filipense representaba el esfuerzo de todos los<br />

<strong>10</strong> Sobre la beneficencia y la gratitud como virtudes esenciales de los contemporáneos<br />

de Pablo, cf Lucius ANNAEUS SÉNECA, De Beneficiis.<br />

HACIA EL SUR: ACAYA 159<br />

miembros de la comunidad. La iglesia había creado un<br />

fondo común al que contribuían todos los miembros. Una<br />

delegación oficial se encargaba de llevar la suma resultante<br />

a manos de Pablo, presentándola en nombre de la iglesia.<br />

Esto quería decir que todos los miembros de la iglesia<br />

habían participado en la colecta, aunque unos hubieran<br />

contribuido más que otros. La contribución individual se<br />

había diluido en el total de la comunidad, ¡qué gran símbolo<br />

de la unidad de la comunidad! Pablo podía aceptar<br />

el subsidio como oferta para sostener su amistad. Nunca<br />

se metió en deudas con ningún individuo concreto. Su<br />

gratitud se dirigía únicamente a la iglesia, a la iglesia en<br />

su totalidad (Flp 4,<strong>10</strong>-20).<br />

En Corinto, por el contrario, y dado que Pablo había<br />

decidido vivir allí, los regalos sólo podían ser personales.<br />

La beneficencia era particularmente necesaria, no sólo<br />

porque la entregaban individuos particulares, sino también<br />

porque eran en especie. Alojamiento significaba la<br />

casa de unos, una cena, la mesa de otros. ¿Cómo habría<br />

de responder Pablo a tal multitud de regalos individuales?<br />

Según la ética del mundo grecolatino, Pablo habría de<br />

organizar su tiempo de tal manera que aquellos que dieran<br />

más atención, recibieran, en correspondencia, más atención.<br />

Los pobres necesitados tendrían muy pocas oportunidades<br />

si comparamos sus recursos con aquellos de la<br />

élite. Incluso con las mejores intenciones del mundo, la<br />

élite hubiera monopolizado la atención de Pablo en detrimento<br />

de las necesidades reales de toda la comunidad.<br />

Quizá tras comparar sus experiencias en Filipos y<br />

Tesalónica, lo que es seguro es que ocurrió antes de su<br />

llegada a Corinto, Pablo comprendió que aceptar regalos<br />

le ponía en una posición muy delicada. No sorprende,<br />

pues, que rechazara todas las ofertas, a pesar incluso de los

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