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240 PABLO, SU HISTORIA<br />
de Cristo crucificado; en segundo, pedir a todos sus conversos<br />
que imitaran el sacrificio de Cristo amándose los<br />
unos a los otros; tercero, predicar el evangelio allá donde<br />
fueran y siempre que pudieran, y, en fin, hacer el esfuerzo<br />
de conseguir un converso con espacio suficiente en su casa<br />
para dar acomodo a la comunidad.<br />
Aunque tenía todas las probabilidades en su contra, la<br />
estrategia, de alguna manera, funcionó. Pablo había acertado<br />
al depositar su confianza en los nuevos misioneros.<br />
Las iglesias se multiplicaban como hongos. Por desgracia,<br />
sólo conocemos los detalles internos de una de estas iglesias:<br />
Colosas, en el valle del Lico.<br />
La iglesia de Colosas fue fundada por un misionero<br />
nativo de la ciudad: Epafras (Col 4,12). Su primer<br />
converso fue Filemón, cuya mujer, Apia, le siguió en el<br />
camino de la fe. Después se convirtió Arquipio, cuya<br />
relación con los dos primeros se desconoce (Flm 1). Los<br />
cuatro participaron activamente en la evangelización de<br />
Colosas.<br />
Filemón era justo el tipo de persona que Pablo hubiera<br />
buscado nada más llegar a una nueva ciudad. Tenía,<br />
al menos, un esclavo, Onésimo, y poseía una casa con<br />
espacio suficiente para una habitación de invitados (Flm<br />
22). Su hogar se convirtió en casa-iglesia (Flm 2) (probablemente<br />
tenía espacio de sobra para reunir a todos los<br />
miembros de la iglesia cuando la ocasión lo requiriese).<br />
Un esclavo cul<strong>pabl</strong>e<br />
Filemón no obligó a que sus esclavos adoptaran la nueva<br />
fe. Les dejó libertad para decidir. Uno de ellos pagó la<br />
tolerancia de aquel hiriendo a Filemón. El esclavo actuó<br />
SEGUNDO AÑO EN ÉFESO 241<br />
en contradicción con el significado de su nombre (típico<br />
de esclavo), Onésimo, «útil». No tenemos idea de lo que<br />
ocurrió, salvo que el asunto fue muy serio (Flm 18). Onésimo,<br />
desesperado porque no sabía cómo compensar a su<br />
maestro por el daño causado, pidió ayuda a Epafras.<br />
Según la ley romana, un esclavo prófugo agravaba<br />
su ofensa, pero un esclavo que acudía a un amigo de su<br />
señor no tenía el estatus de fugitivo 4 . La huida, cómo no,<br />
implicaba la asunción de la culpa, pero también mostraba<br />
voluntad de reconciliación y propósito de enmienda<br />
(en efecto, el interés de la visita consistía en solicitar la<br />
mediación del amigo). Por su parte, Epafras creía no tener<br />
suficiente peso en la opinión de Filemón como para poder<br />
ayudarle y, en consecuencia, aconsejó a Onésimo que<br />
acudiera a Pablo. Incluso le dijo cómo podía encontrarlo<br />
en Efeso.<br />
No hay duda de que Onésimo se dirigió a la costa a<br />
toda velocidad; el factor tiempo era esencial. En efecto,<br />
el problema debía estar resuelto antes de que la ira<br />
momentánea de Filemón se transformara en amargura<br />
permanente. Llegando a Efeso, Onésimo debió llevarse un<br />
sobresalto al comprobar que Pablo no estaba en el taller<br />
de Priscila y Aquila, sino en prisión. Con todo, Onésimo<br />
perseveró y no sólo logró hablar con Pablo, sino que llegó<br />
a mantener contacto con él durante algún tiempo. La<br />
visión de Pablo encadenado tocó la fibra sensible de Onésimo<br />
(algo que no había logrado hacer Epafras con sus<br />
sermones). Así, el esclavo se hizo cristiano (Flm <strong>10</strong>).<br />
Pablo quiso enviar a Onésimo de vuelta a Colosas con<br />
una carta pidiendo clemencia (si no perdón completo)<br />
dirigida a Filemón. Pero antes de que pudiera hacerlo,<br />
4 P. LAMPE, Keine «Sklavenflucht» des Onesimus, Zeitschrift für<br />
cheWissenschaft76(1985) 135-137.