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124 PABLO, SU HISTORIA<br />
El trabajo en Tesalónica<br />
La estancia de Pablo en Tesalónica hizo ver a Pablo la<br />
suerte que había tenido en Filipos. Allí, muy al principio,<br />
halló una mecenas rica (Lidia) que le dio acomodo<br />
y facilitó su misión apostólica ayudándole a entrar en<br />
contacto con la clase media de la ciudad. La libertad<br />
de poder confiar en sus recursos le liberó de tener que<br />
ganarse la vida trabajando durante su misión. Así, pudo<br />
darse por completo a la difusión de los evangelios. ¡Y<br />
además había gente con tiempo libre para escuchar el<br />
mensaje!<br />
Las cosas eran bien distintas en Tesalónica. Pablo<br />
recuerda a sus conversos, hasta en dos ocasiones, cuánto<br />
y de qué forma tan dura tuvo que trabajar: «Hermanos,<br />
recordad nuestros trabajos y fatigas; cómo trabajábamos<br />
día y noche para no ser gravosos a ninguno de vosotros<br />
mientras os anunciábamos el evangelio de Dios» (lTes<br />
2,9); «ni comimos gratis el pan de nadie, sino que, con<br />
sudor y fatiga trabajamos de noche y de día para no<br />
resultar gravosos a ninguno de vosotros» (2Tes 3,8). El<br />
artesano medio trabajaba desde el amanecer al anochecer.<br />
Si Pablo tuvo que trabajar de noche debía de ser porque<br />
no le cuadraban las cuentas para llegar a fin de mes. No<br />
podía pagarse ropas cálidas para soportar el frío invierno<br />
de la Grecia septentrional (2Cor 11,27) 20 .<br />
La implicación directa de esta circunstancia era que los<br />
conversos tesalonicenses (todos ellos de origen pagano,<br />
lTes 1,9) no podían mantener al apóstol. En efecto,<br />
ellos también pertenecían a la clase trabajadora y algunos<br />
20 Para las condiciones de trabajo de los artesanos durante la época de Pablo, cf R.<br />
HOCK, The Social Context of Paul's Ministry: Tentmaking andApostleship, Fortress Press,<br />
Filadelfia 1980, y]. MURPHY-O'CONNOR, St. Paul's Corinth, 192-198.<br />
VIAJE A EUROPA 125<br />
tenían que trabajar de forma esclava unas doce horas al<br />
día, siete días a la semana para poder sobrevivir (lTes<br />
4,11; 2Tes 3,12). No tenemos el menor indicio de que<br />
hubiera mecenas acaudalados en Tesalónica. Por tanto,<br />
no había nadie que pudiera encargarse de dar cobijo a<br />
la comunidad. El resultado, por tanto, era que todos los<br />
conversos debían contribuir a las comidas de hermandad<br />
(2Tes 3,<strong>10</strong>). Los cristianos de Tesalónica se reunían en<br />
locales vecinales, no en villas.<br />
Del salón al taller<br />
Dadas las circunstancias, el taller, y no el salón, debía<br />
ser el escenario principal del ministerio de Pablo en<br />
Tesalónica. No se sabe quién le empleó en la ciudad.<br />
También desconocemos el tamaño del establecimiento.<br />
Claro está, sin embargo, que la ciudad debía de albergar<br />
una enorme demanda de tiendas de campaña y artículos<br />
relacionados con la artesanía del cuero, pues estaba atestada<br />
de comerciantes. Tesalónica no sólo disfrutaba de<br />
las ventajas de ser un punto principal en la Vía Egnacia,<br />
también albergaba un puerto magnífico. Además, una<br />
importante ruta comercial discurría por el norte a través<br />
del valle del río Axios hasta la cuenca del Danubio.<br />
Gracias al taller, Pablo tenía ya una dirección, una base<br />
estable y una red de contactos que provenía tanto de su<br />
patrón como de los clientes o los colegas de taller. Los<br />
tres grupos tenían, claro, familias y amigos, los cuales,<br />
a buen seguro, mantenían trato continuo de todo tipo.<br />
Pablo pudo hacer uso de esa red de contactos («recordad<br />
nuestros trabajos y fatigas» [lTes 2,9]). Un taller como<br />
ese debía estar localizado en una calle muy transitada, o