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54<br />
PABLO, SU HISTORIA<br />
oeste. Con sus aceras dentro de las columnatas, la acera<br />
tenía unos 26 metros de ancho. La orografía obligaba a<br />
que hubiera dos leves desvíos, ambos señalados con un<br />
arco en la intersección mayor. Durante la época, las calles<br />
no tenían nombre, lo cual hacía casi imposible encontrar<br />
a alguien en la ciudad. Así, cuando Lucas comenta que<br />
Pablo se alojaba en la «calle Recta» de Damasco (He<br />
9,11), puede que tenga intención de recordar un viejo<br />
chiste de los habitantes de Damasco. Por definición,<br />
todas las calles de una cuadrícula son «Rectas», y la vía<br />
principal, sin embargo, ¡estaba torcida! De ahí la ironía<br />
del nombre.<br />
El monumento principal de la ciudad era el santuario<br />
de Júpiter. El espacio abierto que rodeaba el edificio del<br />
templo era de proporciones majestuosas, pero seguro que<br />
los judíos se alegraban de que fuera algo más pequeño<br />
que el templo que construyera Herodes el Grande en<br />
Jerusalén. Los judíos de Damasco no debían de estar tan<br />
orgullosos de la contribución de Herodes a la ciudad:<br />
esta se reducía a un teatro y a un gimnasio. Ambos resultaban<br />
ofensivos para los fieles. Con razón pensaban que<br />
Herodes podía haber construido algo más útil para su<br />
pueblo.<br />
La población judía de Damasco era bastante numerosa,<br />
pero, de igual modo, estaba claro que era una ciudad<br />
pagana. Como miembro fundador de la liga de las diez<br />
ciudades designada para propagar la cultura griega, la<br />
cultura de la ciudad estaba muy influida por las costumbres<br />
helenas. Por ejemplo, las monedas que se usaban en<br />
Damasco sólo tenían efigies de dioses y diosas griegas.<br />
Damasco debía su preeminencia política y su riqueza<br />
a su privilegiada situación geográfica, pues no en vano<br />
se hallaba en una de las encrucijadas más importantes<br />
CONVERSIÓN Y SUS CONSECUENCIAS 5í<br />
de la antigüedad. Las rutas comerciales entre Anatolia<br />
y Mesopotamia se unían cerca de la ciudad antes de<br />
separarse, una en dirección a la meseta árabe, y otra a la<br />
costa mediterránea. Si los comerciantes, ya en el siglo II<br />
a.C, podían llegar hasta la isla de Délos, en el mar Egeo,<br />
seguramente Damasco servía de base para mercaderes de<br />
distintas partes de la geografía de Oriente Medio. Esto<br />
hizo que la mayoría pagana de Damasco creciera bastante.<br />
Así, durante sus tres años en Damasco (Gal 1,18) no es<br />
probable que Pablo tuviera muchas dificultades para hacer<br />
realidad su vocación misionera. La ciudad abundaba en<br />
gentiles que convertir.<br />
Aprendiendo un oficio<br />
En Damasco, Pablo no sólo daba, también recibía. Estaba<br />
claro que era predicador, pero también aprendía cosas.<br />
Todavía tenía que absorber buena parte del mensaje de la<br />
cristiandad, y, además, tenía que aprender una habilidad<br />
concreta que debía convertirle en persona autosuficiente.<br />
Su movilidad como misionero sólo podía garantizarse con<br />
independencia económica.<br />
Según hemos visto, Pablo no tuvo que trabajar para<br />
vivir en Jerusalén ni en Damasco. En ambos lugares Pablo<br />
sólo se dedicaba al estudio y vivía de la caridad. En calidad<br />
de misionero, sin embargo, Pablo comenta que tuvo<br />
que realizar trabajos manuales para sobrevivir (lTes 2,9;<br />
2Tes 3,7-9; ICor 4,12). De ahí se deduce que, en algún<br />
momento, tuvo que haber aprendido un oficio. No obstante,<br />
según las pruebas que tenemos es imposible afirmar<br />
que aprendiera alguno durante su estancia en Damasco.<br />
Durante esos tres años, Pablo debió reflexionar mucho