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PABLO, SU HISTORIA<br />
conocida vuestra fe en Dios, de suerte que no tenemos<br />
necesidad de hablar de ella» (ITes 1,7-8). La proclama<br />
verbal («la palabra del Señor») recibe su poder del modo<br />
de vida que viven los tesalonicenses («vuestra fe en Dios»),<br />
la prueba de que la gracia salvadora anida en ellos.<br />
El alcance misionero de la iglesia de Efeso viene confirmado<br />
por los saludos enviados por las «iglesias de Asia»<br />
a Corinto (ICor 16,19). El propio Pablo menciona los<br />
nombres de tres de estas iglesias: Colosas, Laodicea e Hierápolis<br />
(Col 4,13). La lista, sin embargo, no es exhaustiva.<br />
Laodicea e Hierápolis se mencionan sólo porque corrían el<br />
riesgo de ser infectadas por el virus de las falsas enseñanzas<br />
que había asolado Colosas (las tres ciudades están cercanas<br />
al valle del Lico).<br />
Pablo no evangelizó el valle del Lico personalmente<br />
(Col 2,1). Las comunidades fueron fundadas por Epafras,<br />
converso oriundo de Colosas (Col 4,12-13), según mandato<br />
de Pablo. La elección es reveladora de la estrategia<br />
misionera de Pablo. Desde su experiencia personal en Asia<br />
Menor y Macedonia, Pablo sabía lo difícil que resultaba<br />
empezar desde cero en una ciudad extraña. Halló una primera<br />
solución al problema enviando a Priscila y a Áquila<br />
a Efeso antes que él. Ellos habían llevado la carga de la<br />
soledad y la alineación. Sin duda habría muchos otros<br />
dispuestos a hacer el mismo sacrificio por los evangelios.<br />
Ahora bien, reflexionaba Pablo, ¿por qué no escoger<br />
misioneros que tuvieran, por naturaleza, la ventaja que<br />
Priscila y Áquila habían creado para él? Cuantos menos<br />
obstáculos hubiera, más eficiente sería la misión.<br />
De ese modo, concluyó Pablo, los agentes más cualificados<br />
para predicar la palabra debían ser hombres y mujeres<br />
enérgicos y emprendedores, como Lidia o Epafras, que<br />
se encontraron con Pablo en el transcurso de sendos viajes<br />
PRIMER AÑO EN EFESO 211<br />
de negocios. Ambos casos eran paradigmáticos. Una vez<br />
convertidos por Pablo, tanto Lidia como Epafras se convirtieron<br />
en creyentes entusiastas, ambos volvieron a sus<br />
respectivos hogares (uno a Colosas y la otra a Tiatira) para<br />
transmitir la palabra a toda su red de conocidos: familias<br />
de gran tradición, contactos comerciales, etc. Tenían un<br />
hogar. No necesitaban buscar un empleo. Eran conocidos<br />
en sus respectivas ciudades y despertaban confianza.<br />
Se habían ganado el suficiente respeto como para que<br />
siempre hubiera un par de oídos dispuestos a escuchar sus<br />
primeros y atolondrados sermones.<br />
Dado que dos de las siete iglesias del Apocalipsis (Ap<br />
2,1-3,22) eran de fundación paulina (Efeso y Laodicea del<br />
Lico) y dado también que una tercera, Tiatira, fue fundada<br />
por Lidia, conversa paulina de Filipos (He 16,14),<br />
parece lógico atribuir la creación de varias comunidades<br />
en Esmirna, Pérgamo, Sardes y Filadelfia a la iniciativa<br />
misionera de Efeso. A estas ciudades sería posible añadir<br />
Magnesia y Tralles (en el valle del río Meandro), que<br />
se hicieron populares por aparecer citadas en las cartas<br />
de Ignacio a comienzos del siglo II d.C. Todas ellas se<br />
sitúan en un radio de 192 km de Efeso y estaban unidas<br />
por excelentes rutas 7 . Hasta se podía llegar a Colosas, la<br />
ciudad más alejada de todas, en un cómodo paseo de una<br />
semana de duración.<br />
Pablo nunca escribió a ninguna de estas misiones. Con<br />
tan sólo una excepción, Pablo escribió sólo a las iglesias<br />
que fundara en su primer gran viaje desde Antioquía de<br />
Orontes a Corinto. Su experiencia le había dado muchas<br />
lecciones: en primer lugar que no podía hacerlo todo<br />
por sí solo, pero también que no tenía siquiera por qué<br />
7 R. TALBERT (ed.), o.c, mapas 56 y 61.