You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
90 PABLO, SU HISTORIA<br />
un administrador competitivo y trabajador (una especie<br />
rara) sólo interviniera esporádicamente y en los centros<br />
urbanos más importantes, es decir, en aquellos lugares<br />
en los que, suponemos, el acceso estaba monopolizado<br />
por las más prominentes figuras. Los pobres no tenían<br />
recursos y la gran mayoría de las pequeñas ciudades y los<br />
pueblos nunca vieron a un oficial romano. Apuleyo describe<br />
la situación en la advertencia de un amigo a Lucio<br />
en Hípata, en Tesalia:<br />
«No te quedes mucho tiempo en la cena. Vuelve tan pronto<br />
como puedas, pues, de madrugada, Hípata se ve aterrorizada por<br />
una banda de jóvenes malhechores que se divierten asesinando al<br />
primero que pasa por la calle, dejando después toda la calle llena<br />
de cadáveres. Son miembros de las familias más prominentes<br />
de la ciudad y los barracones romanos están tan lejos que no se<br />
puede hacer nada para terminar con este incordio».<br />
La seguridad en las zonas rurales era mucho peor todavía.<br />
La pobreza movía a muchos a emprender una carrera<br />
como bandidos. Cualquier ladrón sabía con certeza que<br />
los viajeros llevaban dinero consigo; en efecto, debían<br />
pagar todos los gastos del camino y no había cheques ni<br />
tarjetas de crédito que valieran. Los que se veían obligados<br />
a viajar solos lo hacían con respeto, miedo y temor, sobre<br />
todo en rincones oscuros del camino, al pasar cerca de un<br />
bosque, en aquellos lugares donde un animal representaba<br />
tanto peligro como un bandido. Apuleyo habla de osos y<br />
de jabalíes, animales que atacan sin previo aviso. Pero su<br />
estilo más sórdido lo utiliza para describir a los lobos:<br />
«Las autoridades nos pidieron que no continuáramos nuestro<br />
camino esa noche, y si fuera posible, tampoco a la mañana<br />
APRENDIZAJE EN ANTIOQUÍA 9<br />
siguiente, pues la zona estaba infestada con manadas de lobos<br />
enormes, animales tan audaces que se atrevían tanto con forajidos<br />
como con viajeros y no dudaban en aniquilar el contenido<br />
de las granjas, mostrando muy poco respeto ni por los habitantes<br />
armados ni por los rebaños indefensos. Nos avisaron de que el<br />
camino que queríamos tomar estaba sembrado de cadáveres<br />
medio devorados y de esqueletos bien limpios, por lo que teníamos<br />
que caminar con cuidado extremo, viajando sólo de día<br />
(cuanto más alto estuviera el sol, los lobos se comportarían con<br />
más suavidad) y todos juntos; nadie debería quedarse rezagado<br />
por ningún motivo».<br />
Los viajeros iban en grupo siempre que fuera posible,<br />
y dado el doble peligro, parece razonable suponer que<br />
muchos viajeros fueran armados, aunque fuera con palos,<br />
bastones o báculos. Pero claro, esto suponía que los habitantes<br />
de las poblaciones vecinas al camino no verían con<br />
buenos ojos a los viajeros. Las consecuencias son bastante<br />
predecibles:<br />
«Y, naturalmente, cuando llegamos a un pequeño poblado, los<br />
habitantes nos tomaron por bandidos. Estaban tan asustados<br />
que desencadenaron una jauría de enormes mastines (perros que<br />
usaban como guardianes; bestias salvajes, peores que los osos<br />
o que los lobos) y los lanzaron contra nosotros, azuzándoles y<br />
pegando gritos» 12 .<br />
Los habitantes de las aldeas vecinas sólo podían confiar<br />
su seguridad a ellos mismos. Si su actuación no resultaba<br />
suficiente, entonces tenían que confiar en la ayuda de los<br />
vecinos. Los esclavos podían llegar a saquear las casas de<br />
12 APULEYO, Las Metamorfosis, 2, 18; 8, 15; 2, 18; traducción de Graves, adaptada.