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40 PABLO, SU HISTORIA<br />
con las propias del Mesías concebido por los fariseos.<br />
Estas actividades están descritas en los Salmos de Salomón,<br />
un texto fariseo que data del primer siglo a.C.<br />
Los salmos 17 y 18 expresan la confianza en la llegada<br />
de un rey que habría de ser hijo de David y del Señor.<br />
Libraría a la nación de sus enemigos y recuperaría Jerusalén<br />
devolviéndole su santidad. Su arma sería su palabra.<br />
Como rey justo que sería (instruido por Dios y libre de<br />
la mancha del pecado), ejercería las funciones de juez y<br />
pastor. Con la destrucción de los pecadores y la dirección<br />
de los gentiles, reuniría a un pueblo sagrado en cuyo seno<br />
no habría espacio para la iniquidad. La comunidad mesiánica<br />
no tendría pecadores.<br />
Según estos principios, era imposible que Jesús fuera<br />
el Mesías. Sus seguidores, por tanto, estaban muy equivocados,<br />
y sus errores debían corregirse. Pablo se tomó muy<br />
en serio este deber, como si fuera una prueba de su celo<br />
por la ley (Flp 3,6). Era una manera de diferenciarse de<br />
aquellos que no habían percibido la amenaza que suponía<br />
el cristianismo para la ley. Su empresa revela la seriedad<br />
con que se tomaba la responsabilidad de ser fariseo. Eso<br />
es lo único que sabemos seguro. Hasta qué punto le sirvió<br />
además de válvula de escape para la ira contenida ante la<br />
trágica muerte de su mujer y su hijo, es sólo conjetura.<br />
En las epístolas no hay datos que sugieran que Pablo<br />
tuviera un cargo oficial en su trato a los cristianos. Fue<br />
una opción personal. Sólo se satisfacía a sí mismo. Por<br />
ello, al contrario de lo que sostiene Lucas, no es posible<br />
que Pablo hiciera arrestos, utilizara la tortura o metiera a<br />
nadie en la cárcel para obligar a que los cristianos reconocieran<br />
que estaban equivocados. Lo único que podía hacer<br />
era perseguirlos, acosarlos y, en general, convertir su vida<br />
en un infierno. La insistencia con que Pablo reafirma su<br />
LOS AÑOS DE JUVENTUD 41<br />
deseo de destruir el cristianismo (Gal 1,13) sólo puede<br />
indicar que los cristianos jamás llegaron a relajarse o a<br />
sentirse seguros. Cada vez que visitaban la sinagoga se<br />
arriesgaban a que Pablo los desafiara. Por ejemplo, en ocasiones<br />
les invitaba a recitar una oración tradicional judía<br />
que afirmaba la no existencia del Mesías. Si la recitaban,<br />
Pablo recalcaba la incongruencia con desdén. Si no la<br />
recitaban, Pablo los acusaba de ser falsos judíos. A pesar<br />
de que Pablo no debió utilizar la fuerza bruta, la presión a<br />
la que sometió a los cristianos fue considerable.<br />
Sin embargo, la actitud «o ellos o nosotros» de Pablo<br />
hacia los cristianos tuvo otro aspecto que trajo consigo<br />
enormes consecuencias. La actitud de Pablo se resumía,<br />
vagamente en «nosotros tenemos razón y ellos no», pero<br />
el principio básico de su concepción era la imposibilidad<br />
de que existieran dos salvadores. Sólo se necesitaba<br />
uno: o la ley o Jesús. Por eso, el día en que se convenció<br />
de que Jesús era el Mesías de verdad, Pablo ya estaba<br />
mentalmente preparado para abandonar la ley de forma<br />
inmediata y absoluta.