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PAGINAS I A XII.qxd - World Resources Institute

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Un sistema regulador del medio ambiente que sea claroy aplicable proporciona el contexto para difundir todo tipode información y el instrumento para medirlamas pueden llevar el logotipo de SmartWood. Ese logotipo ayuda aconsumidores, arquitectos, fabricantes, carpinteros, constructores ygobiernos municipales a elegir madera que crece de forma sosteniblepara todo, desde mobiliario a parqué e instrumentos musicales,pasando por marcos para cuadros (SmartWood 2003).Obviamente, los programas de certificación y etiquetado puedenbeneficiar al medio ambiente. El gobierno de Alemania Occidentalatribuye al programa Ángel Azul la reducción de gran cantidad de disolventesde pintura para el hogar que desaguaban en los cursos deagua en cantidad superior a 40.000 toneladas. Ese programa tambiénpropició cambios industriales para cumplir criterios ambientales queproponían el certificado y captar así una gran porción del mercado(Salzhauer 1991:11-12). En varios países en desarrollo los programasde ecoetiquetado han reducido el uso intensivo de fertilizantes y pesticidasen el sector productor de flores cortadas (Grote 2002:289).Con todo esto, el ecoetiquetado, como fuente de información paraguiar las decisiones del consumidor, todavía tiene espacio para mejorar.Dos retos continuos que se presentan son: evitar la confusión eincrementar la confianza del consumidor en las ecoetiquetas. Porejemplo, existen en el mundo más de 100 normas regionales o nacionalesaplicables a los productos ecológicos, lo cual significa que muchosproductos etiquetados como ecológicos no cumplen el mismo tipo denormas (CDS 2000:12). ¿En qué etiquetas deben confiar los consumidores?En cuanto a esto, la estandarización ya está empezando a llevarsea cabo. La adopción general de las directrices emitidas por laFederación Internacional de la Agricultura Ecológica y en 1999 elCodex Guidelines de la FAO/OMS para la producción, proceso y etiquetadode los alimentos producidos ecológicamente han ayudado areducir las diferencias entre los distintos sistemas de ecoetiquetado(CDS 2000:14). A pesar de ello, procurar claridad y consistencia a otrasáreas de productos requerirá esfuerzos continuados.Velar por que exista equidad entre los productores mundiales tambiénes un desafío importante. Algunos productores de las naciones endesarrollo se quejan de que los programas de certificación y etiquetadopueden resultar costosos y a veces exigen el acceso a conocimientos técnicosy capacidad organizativa de la que ellos carecen. Esto podría situarlosen desventaja y reducir su capacidad competitiva en el florecientemercado de los productos ecológicos. En el caso de las exportaciones agrícolasecológicas, por ejemplo, muchos productores de países en desarrollocarecen de información sobre los requisitos reguladores, los precios, losfactores de calidad y la logística (UNCTAD 2001:6, 8). Igualmente, lospequeños propietarios o productores para la comunidad de bienes forestalesencuentran prohibitivos los costes para obtener la certificación,sobre todo en las áreas remotas. Abordar estos problemas ayudará aampliar la aceptación y participación en los programas de ecoetiquetado.Apoyar la transición haciala responsabilidad empresarialEl acceso público a la información sobre la actuación empresarial seha convertido ya en un factor clave para lograr la responsabilidadempresarial. La información pasa por varios cauces, algunos obligatorios,como los registros de contaminación, y otros voluntarios. Enconjunto suponen una oleada de difusión informativa que se estáextendiendo gradualmente con las operaciones de las empresas y quecambia la práctica empresarial.Algunas compañías han actuado agresivamente, colocándose en primeralínea aprovechando la tendencia difusora, convirtiéndose en los“mejores reporteros” y considerando un beneficio construir sus nombrescomo líderes de transparencia y de ciudadanía empresarial. Sinembargo, otras muchas compañías se han resistido a la tendencia divulgadora,y son escépticas acerca del beneficio actual y a largo plazo. Esmás, las compañías que voluntariamente y de forma activa ponen a disposiciónpública la información sobre su actuación son una excepción.Tampoco ayuda el hecho de que los niveles del esfuerzo divulgador–desde el informe obligatorio de contaminación hasta los informesvoluntarios sobre sostenibilidad, pasando por el ecoetiquetado para elconsumidor– esté fragmentado y que no constituya un sistema divulgadorcoherente. Todavía es muy difícil, si no imposible, comparar laactuación ambiental entre productos, instalaciones, empresas, sectoresy países utilizando la información disponible en la actualidad.Amplificar la oleada divulgadora exigirá el esfuerzo al menos entres frentes: primero, el propio mundo empresarial debe empezar aadoptar verdaderamente la lógica comercial de la divulgación. Prestarmayor atención a la cuantificación de los beneficios reportados por latransparencia es probablemente la única manera de que otras empresassigan ese procedimiento. Segundo, otra cosa necesaria es que lasempresas deben producir compromisos más dinámicos con sus vecinosy otros interlocutores –tanto a través de los paneles asesores de lacomunidad como de otras sociedades empresariales públicas– para(continúa en página 134)Capítulo 6: Impulsar la responsabilidad empresarial131

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