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PAGINAS I A XII.qxd - World Resources Institute

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Los tratados de medio ambiente han mostrado algunos puntosfuertes. Ya sólo por su número representan un cuerpo muy sustancialde legislación internacional –el verdadero tejido de la gestiónenfatizaban también el problema de la equidad -la necesidad de distribuirjustamente los beneficios de la conservación de la biodiversidad y loscostes de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.Sin embargo, las disposiciones detalladas sobre cómo lograr estos noblesfines se dejaban, en su mayor parte, para que fueran especificadas por lostratados y protocolos venideros: una tarea con la que la comunidad internacionaltodavía hoy día está luchando a brazo partido.De hecho, para los tratados ambientales la época actual aparececomo un tiempo de perfeccionamiento y de especificidad creciente aldeterminar qué acciones deben realizar los signatarios de los tratadospara hacer efectivos estos acuerdos, y qué incentivos se necesitanpara que las naciones participen y cumplan sus compromisos. Estopodría denominarse la “era de la aplicación y el cumplimiento”,mientras que el período de la Cumbre para la Tierra apuntaba alograr un amplio acuerdo sobre normas de gestión ambiental y ladefinición de desarrollo sostenible. En lugar de negociar una nuevaserie de ambiciosos AAM, muchos observadores creen que sería horade hacer funcionar los que ya existen (Brack 2000:2; Speth 2002:20).Según van cambiando la naturaleza y las metas de los tratados, tambiénlo hace el procedimiento para crear dichos acuerdos. Lo que habíasido un proceso negociador cerrado, donde los gobiernos negociaban enprivado, comenzó a abrirse gradualmente a la influencia de los gruposde la sociedad civil. A medida que las ONG ecologistas y las de los derechoshumanos ganaban influencia social, también empezaron a desempeñarfunciones más importantes de asesores y apoyo, particularmenteen las fases iniciales de la formación de los AAM, cuando los problemasy las soluciones posibles todavía estaban definiéndose. Por ejemplo, laConvención de la ONU para Combatir la Desertificación exige a lasnaciones que involucren a las comunidades locales en la creación de planespara combatir la desertificación y para que participen en la revisiónde la eficacia de dichos planes (Naciones Unidas 1994).Los grupos de la sociedad civil también se han convertido en contribuyentesimportantes para que la vida de los tratados continúe –laserie de reuniones oficiales denominadas “Conferencias de las Partes”aborda los problemas diarios sobre cómo llevar a cabo las cláusulas deun tratado y cómo mejorarlo a través de las nuevas cláusulas y su perfeccionamiento(Dodds 2001b:3)–.Algunos puntos fuertes de los AAMLos tratados ambientales han demostrado tener algunas virtudes. Paraempezar, por su número representan un cuerpo muy sustancial delegislación internacional –el mismo tejido que constituye la gestión–.Los AAM tampoco son documentos estáticos, sino instrumentos vivos–acuerdos que, aunque establecidos oficialmente, están siempre sujetosa la renegociación según cambian las Partes del acuerdo o aparecennuevas circunstancias– (Porter y Brown 1996:147). Como consecuencia,muchos tratados ambientales han fortalecido gradualmente sus cláusulasy mejorado sus procedimientos para optimizar su actuación. Porejemplo, las cláusulas del Protocolo de Montreal sobre Substancias quereducen la Capa de Ozono, que exigió una retirada progresiva de losCFC destructores del ozono, se fortaleció varias veces según los nuevosdescubrimientos científicos sacaban a la luz la gravedad de la reducciónde la capa de ozono en el mundo. Las naciones que firmaron el tratadoestaban de acuerdo en acelerar la reducción gradual y la prohibiciónposterior de las substancias químicas más destructivas del ozono.Los negociadores también han sido pioneros exitosos de numerosasinnovaciones para hacer los tratados ambientales más eficaces. Uno delos enfoques es ofrecer incentivos selectivos a los países que de otromodo no podría firmar un tratado. Normalmente, ello implica pagos dedinero, transferencia de tecnología, o acceso al comercio. Por ejemplo, elProtocolo de Montreal estableció un fondo especial financiado por lasnaciones industrializadas para ayudar a las naciones en desarrollopagando para apoyar el cambio hacia el uso de substancias químicasque no dañasen la capa de ozono. Otros fondos estaban disponibles através del Fondo del Medio Ambiente Mundial para ayudar a los paísesen transición. La Convención sobre la Diversidad Biológica ofrece elacceso de las Partes a los recursos biológicos y genéticos, y contiene lascláusulas para la compensación y el traslado de tecnología a cambio desu participación (Tolba y Rummel-Bulska 1998:17-18).El uso de tales innovaciones, junto con el poder de los tratadospara actuar como foros mundiales de encuentro, ha producido algunoslogros notables. Por ejemplo, CITES ha creado una prohibiciónglobal para el comercio del marfil con objeto de disuadir la caza ilegalde los elefantes, así como un robusto procedimiento de incumplimientoque ha sido aplicado con éxito muchas veces (Brack 2001: 14-15). La recuperación de los elefantes ha mostrado la efectividad dedicha prohibición, y la limitación del comercio del marfil demuestraque el tratado está evolucionando activamente todavía y respondiendoen tiempo real a las condiciones cambiantes.El Protocolo de Montreal es, quizá, el ejemplo más positivo hastala fecha de lo que la comunidad global puede lograr en condicionescorrectas a través de un sistema de tratados. Los negociadores del tratadoelaboraron un plan para escalonar gradualmente la desapariciónde las substancias químicas que reducen el ozono, con un calendarioambicioso, con un período de gracia de 10 años para las naciones endesarrollo. Aunque los CFC y otros compuestos reductores de la capade ozono eran de uso común en 1987, cuando el tratado se firmó lossubstitutos menos dañinos ya estaban disponibles y la industria enCapítulo 7: La gestión de los asuntos ambientales en el ámbito internacional149

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