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PAGINAS I A XII.qxd - World Resources Institute

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constituidos como partes de la Convención para la Biodiversidadreconocieron recientemente que “la diversidad biológicaestá siendo destruida por las actividades humanas a una velocidadsin precedentes” (CDB 2002).■ Comprometerse con el mínimo común denominador: Los tratadosse forjan por medio del consenso, por tanto es lógico que se hagancompromisos. Sin embargo, existe a menudo una tendenciapronunciada a la negociación del mínimo común denominador, osea, a la baja, en donde las metas ambiciosas, los objetivosobligatorios y los calendarios precisos se retiran o se diluyen.Regatear el consenso procura a las naciones que quieren preservarsu statu quo gran elasticidad en las negociaciones de los tratadosy en las posteriores conferencias de las Partes, especialmente si sucooperación es fundamental para lograr los objetivos de losacuerdos. Dichas estrategias debilitan los tratados con objeto delograr una mayor participación, pero el riesgo es que se forje untratado que no satisfaga los objetivos ambientales.■ Falta de supervisión de su cumplimiento y rendimiento: Un altoporcentaje de los tratados no hace hincapié en que las nacionessupervisen su cumplimiento de forma sistemática o queintenten medir el impacto de sus actuaciones. Así, la Convenciónde Basilea no contiene cláusulas para rastrear, ni sucumplimiento, ni su aplicación (Agarwal et al. 2001:107-108). Yaun cuando los países deseen medir su actuación, a menudocarecen de los indicadores aceptables para hacerlo. Enrealidad, el PNUMA informa de que la carencia de indicadorespara medir la eficacia de los AAM es un importante obstáculopara obtener rendimientos mejores (PNUMA 2001b:34).■ Carencia de cláusulas para su aplicación: Dado que se realizanpocas supervisiones obligatorias de los AAM, no es sorprendenteque la aplicación de los tratados sea también mínima. En sumayor parte, los tratados ambientales se apoyan en un “sistemade honor” con poca o ninguna responsabilidad que no sea lapresión pública que ejercen los grupos de vigilancia de las ONG(Dodds 2001b:7). De hecho, incluso si se demuestra que losgobiernos no están cumpliéndolos, pocas veces se les pide querindan cuentas. Tan sólo un número mínimo de tratadosambientales incluyen mecanismos de aplicación duros, talescomo sanciones, multas, o retirada de la ayuda técnica o financiera(Barrett 2002:164). El incumplimiento se trata a menudoutilizando criterios “blandos”, como amonestaciones o amenazas,u ofreciendo asistencia técnica para ayudar a esa Parte a cumplirel tratado (PNUMA 1999:204). Esto puede ser de ayuda silas Partes están luchando de verdad por lograr su cumplimiento,pero puede ser un fracaso si la voluntad de hacerlo es escasa.■ Carencia de recursos técnicos y financieros: Muchos países endesarrollo simplemente carecen de la capacidad técnica y de losmedios financieros para llevar a cabo sus responsabilidades conlos tratados que han firmado (Paoletto1999:8-11). Es posible,por ejemplo, que no logren vigilar sus costas para hacer cumplirAlgunos de los puntos débilesdel sistema de gestiónambiental en el ámbitointernacional pueden ser detipo estructural, pero otrospodrían derivar de mandatossin fondos o escasos de fondoslas convenciones sobre pesca, subvencionar la transición haciatecnologías de energía más limpia para reducir las emisiones dedióxido de carbono, o extender las campañas de educación ciudadanaacerca de la necesidad de conservar la biodiversidadforestal. La carencia sistemática de fondos para poder cumplirlas obligaciones del tratado –como por ejemplo archivar losinformes oportunos o asistir a las conferencias de las Partes– esun obstáculo común y significativo para lograr la efectividad delos tratados a nivel nacional e internacional.Problemas de magnitud y de influencia desigualEl número total de AAM se ha convertido en un problema que nocesa. Además del personal y del dinero que se necesita para elaborary llevar a cabo planes de acción significativos, la logística diaria delos servicios para tantos acuerdos puede ser abrumadora. ElPNUMA informa de que los países de la Unión Europea son Partesactuales de al menos 65 acuerdos ambientales mundiales y regionales(PNUMA 2001b:4). Cada uno conlleva sus propias exigencias deinformación, de supervisión o de viajes a las conferencias de lasPartes y cuotas anuales para financiar la secretaría del tratado.Para las naciones más pequeñas esto puede significar una carga tremendapara el personal y los recursos, y dificultar sustancialmentesu involucración en el proceso decisorio y en la negociación normal deun tratado en activo (Hyvarinen y Brack 2000:33).Por otra parte, los tratados más importantes generalmente establecenoficinas permanentes o secretarías para manejar sus asuntosy coordinar las Partes. A medida que el enfoque de los esfuerzos sedesplaza para aplicar el tratado, las secretarías comienzan a desarrollarprogramas y agendas, convirtiéndose, en efecto, en organizacionesdiminutas de las Naciones Unidas con sus propios mandatos,actividades y administración. Todo ello conlleva la proliferación deagencias y la fragmentación de la administración. Además, estasCapítulo 7: La gestión de los asuntos ambientales en el ámbito internacional151

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