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PAGINAS I A XII.qxd - World Resources Institute

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Adoptar enfoques de gestión ambientalque respeten los ecosistemasPara ajustar las necesidades humanas a las capacidades biológicasde la Tierra, las estructuras de gestión ambientaldeben adaptarse a las constricciones innatas de los ecosistemasvivos. Los ecosistemas son las unidades biológicasprimarias del planeta –la fuente de todos los bienes y servicios derivadosdel medio ambiente en los que confiamos para vivir, y el fundamentoesencial de la economía mundial–. Por consiguiente, deberíanser los puntos de referencia fundamentales a la hora de adoptarnuestras decisiones en materia ambiental. A este enfoque basado enel ecosistema lo definimos «enfoque ecosistémico» de la gestiónambiental (Young 2002:55).El enfoque ecosistémico nos obliga a considerar de forma concretalas necesidades de las personas como el alimento, el cobijo, el empleo, ydemás beneficios económicos y espirituales derivados de la naturaleza.Para ello, nosotros debemos integrar los objetivos sociales y económicosa la información biológica sobre las funciones y los límites de los ecosistemas.Nuestra gestión de los asuntos ambientales debe suministrarlos mecanismos para poder negociar esta complicada inclusión, dandola palabra a cada involucrado, sin perder de vista lo que el propio ecosistemanos está diciendo sobre su capacidad de alteración y de usohumano. Ello implica crear un foro en donde las ciencias ambientales yla supervisión puedan incidir en las metas del manejo e informar ala opinión pública de las decisiones ambientales. También exige que laSociología realice un papel similar: prever las consecuencias sociales delas decisiones para mantener la equidad.Si queremos que los ecosistemas sean las unidades primarias de lagestión medioambiental, necesitamos enfoques nuevos. Uno de estosenfoques consiste en promover una gestión descentralizada de losrecursos naturales para que los interesados locales adquieran unpapel primordial en la gestión de los ecosistemas circundantes.Pueden resultar útiles también las asociaciones regionales másgrandes, como los organismos gestores de las cuencas fluviales queejercen de vínculo entre los usuarios de varias jurisdicciones. En lapráctica, se necesitaría desarrollar una serie de nuevos arreglos institucionalesy económicos que vinculasen a los usuarios con los ecosistemasde los que dependen, para beneficio de ambos.En Quito (Ecuador), por ejemplo, los usuarios del servicio hídricode la ciudad pagan una pequeña cuota a un fondo especial para protegerla cuenca fluvial de la Reserva Antisana, fuente de suministrode agua a la ciudad. De esa forma, los ciudadanos se ven a sí mismoscomo parte interesada en un ecosistema distante y han decidido contribuira gestionar y pagar el servicio vital que ofrece. Un plan similar,en que los usuarios río abajo prefieren pagar por los servicios quese ofrecen río arriba, se está considerando para alimentar la ciudadde Panamá y la Autoridad del Canal de Panamá (Zurita 2002).El proyecto del Corredor Biológico Mesoamericano, de mayormagnitud, vincula los esfuerzos planificados por la comunidad localy la gestión de las áreas protegidas a lo largo de la ruta del corredoren los siete países centroamericanos. Este proyecto trata de encontrarusos económicos de la tierra que también ayuden a mantener suriqueza ecológica, como por ejemplo la agricultura y la silvicultura debaja intensidad.El plan combina eficazmente los objetivos ecológicos regionalescon un planteamiento descentralizado y comunitario de la gestióndel paisaje. La restauración de la Bahía de Chesapeake en la CostaEste de los Estados Unidos demuestra que administrar un recursoregional en un marco social complejo puede requerir una serie deinnovaciones de la gestión, como formar nuevas asociaciones con lasagencias gubernamentales y las organizaciones de la comunidad,nuevos incentivos económicos, y un nuevo papel para la ciencia. Laenorme cuenca del Chesapeake se extiende por 4 estados y 1.600comunidades. Con la ayuda de una junta asesora ciudadana y unpanel de consejeros científicos, las agencias estatales y el gobiernofederal han forjado un conjunto de metas comunes para restaurar laBahía y unos puntos de referencias biológicos para medir su progresoen todas las jurisdicciones. Cada Estado ha perseguido su propioenfoque regulador para el Chesapeake Bay Compact, como se hadenominado al acuerdo regional alcanzado. Entre los enfoquesencontramos: incentivos fiscales, restricciones del uso de la tierra, ylímites de pesca de pescado y marisco. Entre tanto, algunas organizacionesno gubernamentales locales han desempeñado papelesimportantes ayudando a los granjeros, pescadores y a las comunidadesde la Bahía a adoptar el esfuerzo y a llevar a cabo mucha partedel trabajo de restauración (WRI et al. 1996:74; Programa de laBahía de Chesapeake 2003).Estos ejemplos parecen indicar que las innovaciones en la gestiónson posibles a través del enfoque ecosistémico para la gestiónambiental. En algunos casos, adoptar las prácticas de gestión delecosistema implicará tener que reconfigurar los organismos existenteso crear nuevas instituciones y relaciones que reflejen adecuadamentelas realidades del ecosistema. Ello no significa abandonarpor completo el modelo centralizado de la mayoría de los entes estatales,los cuales continuarán cumpliendo importantes funciones decoordinación, vigilancia, y supervisión. Pero sí implica más flexibilidadpara asignar poderes discrecionales a otros niveles con el fin deajustar las estructuras de gestión a los ecosistemas.También se necesitan buenos conocimientos que respalden lasdecisiones adoptadas para el ecosistema. Para responder a esto, lasagencias del gobierno y otros entes de gestión medioambientalpodrían colaborar en la recopilación seria de datos con un criterioecosistémico, o reunir datos de organizaciones diferentes con objetode obtener una visión total, ya sea económica como ambiental, delentero ecosistema.Crear la capacidad para la participaciónpúblicaReformular nuestro sistema de manejo de los recursos naturales demodo que respete los ecosistemas requiere una aplicación vigilantede los principios de acceso y de participación. En este contexto, participaciónpública significa no sólo un amplio acceso a la informacióny la participación directa en el proceso decisorio, sino además un sistemade quejas eficaz, compensación legal y otros mecanismos quepermiten que la gestión de los asuntos ambientales sea significativay democrática.Manejar los ecosistemas implica inevitablemente realizar compromisosentre los diferentes usos que hacemos del ecosistema. Por216RECURSOS MUNDIALES 2004

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