12.07.2015 Views

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

manzanas de oro. Tened esto presente, y procuraos un buen tiro de palabras con que hacer andarel carro de vuestros pensamientos.Yo creo Igualmente que un hombre que desee hablar bien de improviso, debe cuidar de elegir unasunto que le sea bien conocido. Este es el punto principal. Desde que estoy en Londres,llevando la mira de adquirir la costumbre de hablar de improviso, nunca he estudiado opreparado algo para decirlo en nuestras juntas de oración que se efectúan los lunes en las noches.No he hecho más que aprovechar la oportunidad que en ellas se me presenta, para exhortar delmodo más conveniente a mi auditorio; pero habréis podido observar que en semejantes ocasionesnunca escojo asuntos de difícil oposición, o temas que con dificultad se puedan entender, sinoque sencillamente limito a pláticas familiares, por decirlo así, basadas en los elementos denuestra fe. Una vez ya de pie en reuniones de esa clase, el entendimiento de uno hace una revistapreguntándose a sí <strong>mis</strong>mo: "¿Qué asunto ha ocupado de preferencia mi pensamiento durante eldía? ¿Qué de notable he encontrado en <strong>mis</strong> lecturas durante la semana que acaba de pasar? ¿Quéimpresiona más mi corazón en este momento? ¿Qué se sugiere por los himnos y las oraciones?"Seria inútil pararse ante una congregación con la esperanza de ser inspirado acerca de asuntosque completamente se ignoran: si os halláis tan desprevenidos, el resultado será que como nadasabéis, tendréis probablemente que acabar por confesarlo, y el auditorio no será edificado. Perono veo qué razón haya para que un hombre no pueda hablar sin previa preparación sobre unasunto que le sea familiar cualquier comerciante bien versado en los negocios propios de su giro,podría explicárselos sin necesidad de ponerse a meditar sobre ellos y es indudable, por lo que anosotros hace, que debemos estar igualmente familiarizados con el uso esencial de principios denuestra santa fe. Seria ridículo que nos sintiéramos perplejos al ser invitados a hablar sobreasuntos que constituyen el pan cotidiano de nuestras almas. No veo tampoco qué resultaría en talcaso, de ponerse a escribir antes de hablar, pues que al proceder así, se tendría que improvisar loque se escribe, y una escritura improvisada es probablemente más débil aun que un discursopronunciado de igual manera. La ventaja de la escritura consiste en que se presta para unacuidadosa revisión; pero como los buenos escritos pueden expresar sus pensamientoscorrectamente desde un principio, se infiere que también pueden ser buenos oradores. Elpensamiento de un hombre que se halla en pie, hablando sobre un tema que le sea familiar, puedealejarse mucho de su punto de partida, pero será siempre la crema de sus meditaciones puestas enefervescencia por el calor de su corazón. Este, habiendo estudiado antes bien el asunto, aunqueno en ese momento, puede desarrollarlo con mucha propiedad; mientras que otro sentándose aescribir, podrá sólo estampar en el papel sus primeras ideas que quizá sean insípidas y vagas.No esperéis hallaros expeditos para efectuar lo que intentáis, a menos que previamente hayáis estudiadoel tema: esta paradoja es un consejo sugerido por la prudencia. Recuerdo haberme vistosujeto a una prueba difícil en una ocasión, y no sé como habría salido del aprieto en que me vi, sino hubiera estado medianamente práctico en la improvisación. Fue el caso que se me esperabapara que predicara en cierto templo, en donde se había reunido una numerosa congregación; y nohabiendo podido llegar a tiempo con motivo de haber encontrado algún tropiezo el tren en que yocaminaba, fue otro ministro a ocupar el lugar que me correspondía, y cuando al fin llegué, sinaliento de tanto correr, él estaba ya predicando un sermón. Viéndome aparecer en la puerta ypenetrar en la nave, se detuvo y dijo: "Hélo ahí;" y mirándome agregó: "os cedo este lugar, venidy terminad el sermón." Le pregunté como era natural, cuál era el texto y hasta dónde habíahablado sobre él, y me contestó cual era, advirtiéndome que había desarrollado su primera parte.115

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!