un pájaro fuera de su nido, y no me siento tranquilo sino hasta verme en mi antiguo camino decomunión con Dios, pasándome lo que a la aguja de la brújula que no se pone en reposo sinohasta que se halla vuelta al polo septentrional. Puedo decir, por la gracia divina, con la iglesia:Con mi alma te he deseado por la noche, y con mi espíritu te he buscado temprano dentro de mí.Mi corazón está temprano y tarde con Dios; es la ocupación y el deleite de mi vida buscarle." Taldebe ser, oh hombres de Dios, el constante tenor de vuestro proceder. Si como ministros no soismuy dados a la oración, merecéis que mucho se os compadezca. Si en lo futuro, sois llamados aocupar pasturados, grandes o pequeños, si os mostráis re<strong>mis</strong>os en la oración secreta, no sólovosotros necesitaréis que se os compadezca, sino vuestras respectivas congregaciones también; yen adición a eso, seréis vituperados, llegando el día en que os veáis avergonzados y confundidos.Apenas me parece necesario encareceros los gratos usos de la devoción privada, y sin embargo,no puedo abstenerme de hacerlo. Para vosotros, como embajadores de Dios, el propiciatorio tieneuna virtud inestimable; mientras más familiarizados estéis con el atrio del cielo, desempeñaréismejor vuestra <strong>mis</strong>ión celestial. Entre todas las influencias formativas que tienden a hacer a unhombre favorecido de Dios en el ministerio, no conozco ninguna más eficaz que su familiaridadcon el propiciatorio. Todo lo que el curso de estudios en un colegio puede hacer por unestudiante, es cosa vasta y externa en comparación con el refinamiento espiritual y delicadoobtenido mediante la comunión con Dios. Mientras el ministro en cierne está dando vueltas a larueda de la preparación, la oración es el instrumento del gran alfarero, por medio del cual amoldala vasija. Todas nuestras bibliotecas y estudios son meras vaciedades en comparación connuestros gabinetes de retiro. En estos crecemos, nos hacemos fuertes, prevalecemos en la oraciónprivada.Las oraciones que hagáis serán vuestros auxiliares más eficaces mientras vuestros discursos esténsobre el yunque todavía. Mientras otros hombres como Esaú anden en busca de su porción,vosotros con el auxilio de la oración hallaréis cerca de vuestra casa la carne delicada, y podréisdecir de razón lo que Jacob dijo sin ella, "el Señor me la trajo." Si podéis mojar vuestras plumasen vuestro corazón, recurriendo a Dios con toda sinceridad, escribiréis bien; y si arrodillados enla puerta del cielo podéis reunir vuestros materiales, no dejaréis de hablar bien. La oración comoejercicio mental, traerá muchos asuntos al entendimiento, y así ayudará a la elección de un punto,a la vez que como práctica espiritual purificará vuestra vista interior para que podáis ver laverdad a la luz de Dios. Los textos rehusarán a menudo revelar sus tesoros hasta que los abráiscon la llave de la oración. ¡Cuan admirablemente fueron abiertos los libros a Daniel, cuandoestaba en oración! ¡Cuánto aprendió Pedro sobre el techo de una casa! El gabinete de retiro es elmejor estudio. Los comentadores son buenos instructores, pero el Autor <strong>mis</strong>mo lo es muchomejor, y la oración hace una directa apelación a él y lo alista en nuestra causa. Es una gran cosaque uno ore en el espíritu y sustancia de un texto, trabajando dentro de él para convertirlo enalimento sagrado, a semejanza del gusano que se abre camino por entre la almendra de una nuez.La oración suministra una palanca para levantar verdades pesadas. Se asombra uno al pensarcómo pudieron haberse colocado en sus sitios las piedras de Stonehenge, pero más asombrocausa el inquirir de dónde han obtenido algunos hombres un conocimiento tan admirable dedoctrinas <strong>mis</strong>teriosas: ¿no fue la oración la poderosa máquina que obró tal maravilla? Sirviendouno a Dios se le tornan a menudo las tinieblas en luz. Una investigación perseverante de losoráculos sagrados, levanta el velo y da gracia para mirar el interior de las cosas de Dios. Ciertoteólogo puritano, en un debate, se observó que escribía con frecuencia en un papel que teníadelante, por lo cual hubo algunos curiosos que procuraron leer sus anotaciones, no encontrando30
en el papel más que las palabras "Más luz, Señor;" "Más luz, Señor," repetidas muchas veces: heahí una oración muy a propósito para el estudiante de la palabra cuando está preparando sudiscurso.Vosotros hallaréis frecuentemente corrientes frescas de pensamientos, surgiendo del pasaje quetengáis a la vista, como si la roca hubiese sido golpeada por la vara de Moisés; nuevas vetas derico metal se presentarán a vuestras atónitas miradas, si trabajáis como canteros en la Palabra deDios, usando diligentemente el martillo de la oración. Algunas veces sentiréis como siestuvierais enteramente encerrados, más cuando menos lo penséis se os abrirá un camino nuevo.El que tiene la llave de <strong>David</strong> abre, y nadie cierra. Si alguna vez habéis navegado en el Rinsiguiendo su corriente, la escena que presentan las aguas de ese majestuoso río, os habrá hecho laimpresión de que en su efecto tiene mucha semejanza con la que presentarían una sucesión delagos. Tanto por el lado de la popa, como por el de la proa del barco, aparece éste rodeado demacizos muros de roca, o de terrados circulares cubiertos de viñedos, hasta que de improvisodais vuelta a un ángulo, y veis el alegre y caudaloso río continuar su curso con la fuerza que le espropia. Del <strong>mis</strong>mo modo el estudiante empeñoso va a dar con un texto; éste se le presenta sinninguna salida, pero la oración impele su barco dirigiendo su proa por aguas dulces, y entoncescontempla el río ancho y profundo de la verdad sagrada corriendo en su plenitud, y llevándolocon él. ¿No es ésta una razón convincente, para no dejar nunca la oración? Usad la oración comoun taladro, y fuentes de agua viva saltarán de las entrañas de la Palabra. ¡Quién podráconformarse con morirse de sed, pudiendo tener aguas vivas con tanta facilidad!Los hombres mejores y más santos han hecho siempre de la oración la parte más importante desu preparación para el pulpito. De M'Cheyne se dice lo siguiente:1 "Ansioso de dar a un puebloel día del Señor, lo que algo le hubiera costado, nunca sin una razón urgente, se presentaba anteél, sin haber meditado y orado mucho con anterioridad. Su principio a este respecto, estabaencarnado en una observación que nos hizo a algunos de nosotros que platicábamos acerca de talasunto. Preguntándole lo que opinaba con respecto a una preparación diligente para el pulpito,nos hizo recordar a Ex. 27:20: "aceite molido; aceite molido para las lámparas del Santuario." Yademás de esto, su espíritu de oración era mayor todavía. A la verdad, no podía descuidar suasociación con Dios antes de entrar en la congregación. Necesitaba estar bañado en el amor deDios. Su ministerio era de tal manera el resultado de las ideas que habían santificado primero supropia alma, que la salud adquirida por ésta le era absolutamente necesaria para el vigor yeficacia de sus ministraciones. "Para él el principio de todo trabajo consistía invariablemente enla preparación de su propia alma. Las paredes de su aposento eran testigos de sus oracionesconstantes y de sus lágrimas, asi como de sus lamentos."1 Memoir and Remains del Rev. Robert Murray M'Cheyne, pág. 61. Esta es una de las obrasmejores y más provechosas que se hayan publicado jamás. Todos los ministros deberían leerla amenudo.La oración os auxiliará de un modo singular en la predicación de vuestro sermón; nada, enefecto, puede poneros tan gloriosamente en aptitud de predicar, como el que acabéis de bajar delmonte de comunión con Dios, para hablar con los hombres. Nadie es tan a propósito paraexhortar a los hombres, como el que ha estado luchando con Dios en favor de ellos. De Alleinese dice: "Derramaba su corazón en ruegos y predicación. Sus súplicas y exhortaciones eran tan31
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