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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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Por último, os digo esto en confianza, preparad vuestras oraciones. Diréis asombrados: ¿Quéquiere usted decir con este consejo? Bien, doy a entender lo que algunos no quieren decir pordichas palabras. Este asunto se discutió una vez en una sociedad de ministros. ¿Era bien hechoque un ministro preparara su oración de antemano? Algunos dijeron con plena convicción queno, que eso seria muy malo: y tenían razón. Otros con igual convicción, dijeron que sí: y a éstostambién los asistía la razón. En mi concepto, tanto unos como otros dijeron la verdad. Losprimeros entendieron por preparación, el estudio de las expresiones y la formación de un hilo depensamientos formado con anticipación, y esto al modo de ver de todos, seria cosa enteramentecontraria a la adoración espiritual, en la cual debemos entregarnos por completo en manos delEspíritu Santo, y recibir de El nuestra ilustración tanto en cuanto a los pensamientos como encuanto a las palabras. Convenimos perfectamente en estas observaciones, porque si un hombreha de escribir sus oraciones y estudiar sus peticiones una por una, que haga uso más bien de unaliturgia. Pero los hermanos que opinaron de distinto modo, dieron a entender por preparación,otra cosa muy diferente, es decir, no la de la inteligencia, sino la del corazón, y la cual consisteen considerar solemnemente y antes del culto, la importancia de la oración; en meditar sobre lasnecesidades de las almas humanas; en recordar las promesas en que debemos esperar, y enacercarnos así al Señor con una petición escrita en tablas de carne del corazón. Esto esciertamente mejor que acercarnos a Dios a trochemoche, precipitándonos al trono de sopetón, sinmotivo ni deseo definido. Un hombre decía: "Nunca me canso de orar, porque espero siempre unobjeto definido como resultado de mi oración." Hermanos, ¿son así vuestras oraciones? ¿Osesforzáis en tener un estado espiritual a propósito para dirigir las peticiones de vuestracongregación? ¿Ordenáis vuestra causa al acercaros al Señor? Siento, hermanos, la persuasión deque debemos prepararnos por medio de la oración privada para la pública. Viviendo cerca deDios, debemos conservar un espíritu devoto, y de ese modo no dejaremos de tener buen éxito ennuestras plegarias orales. Si algo más de lo que hemos indicado se puede tolerar, es que aprendamosde memoria algunos salmos y otros pasajes de la Biblia que contienen promesas, súplicas,alabanzas y confesiones que puedan servirnos en nuestras oraciones. Se nos dice que Crisóstomohabía aprendido de memoria toda la Biblia y podía repetirla a su gusto; no es de admirar portanto, que se le haya llamado "pico de oro." Bien, al comunicarnos con Dios, no hay otraspalabras más a propósito que las del Espíritu Santo. "Haz lo que has dicho," será cosa quesiempre prevalecerá con el Altísimo. Por tanto, os doy el consejo de que aprendáis de memorialos ejercicios inspirados de devoción que se encuentran en la Palabra de la verdad, y de estemodo, vuestra lectura diaria de la Biblia os proporcionará súplicas nuevas, que serán comoungüento derramado que llena toda la casa de Dios con su fragancia, siempre que presentéisvuestras peticiones públicas ante el Señor. Las semillas de la oración sembradas así en lamemoria, producirán una cosecha abundante y constante, porque el Espíritu a la hora de laoración pública, calentará con fuego consagrado vuestra boca. Así como <strong>David</strong> empleó la espadade Goliath para ganar sus victorias subsiguientes a la muerte de aquel filisteo, así podemos aveces hacer uso de una petición ya aceptada, y cuando Dios la cumpla de nuevo a nuestro respecto,nos hallaremos capaces de decir con el hijo de Isaí: "No hay otra Igual a ella." Quevuestras oraciones sean fervorosas, ardientes, constantes y vehementes. Pido al Espíritu Santoque enseñe a todos los <strong>estudiantes</strong> de este colegio, a ofrecer sus oraciones públicas de tal modo,que Dios siempre sea servido de lo mejor. Sean sencillas y sinceras vuestras peticiones, y aunquevuestra congregación piense a veces que el sermón no es del todo bueno, que en cambio nopueda menos de confesar que la oración suple todo lo que falta a las otras partes del culto.52

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