12.07.2015 Views

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

Discursos a mis estudiantes - David Cox

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ecurrir al libro impreso, de un modo algo inconveniente acostumbraba quitar la Biblia deenfrente del púlpito.El que no ha aprendido meramente la letra de la Biblia, sino su verdadero espíritu, no será porcierto un hombre insignificante, cualquiera que su falta de instrucción en otro sentido pueda ser.Ya conocéis el antiguo proverbio, "Cave ab homine unius libri." Cuídate del hombre de un libro.Un hombre así es un terrible antagonista. El que tiene su Biblia en la punta de los dedos y en elfondo del corazón, es un campeón de nuestro Israel: no os será posible competir con él. Bienpodéis tener un arsenal de armas, pero su conocimiento bíblico os vencerá, porque su espada escomo la de Goliath, de la cual dijo <strong>David</strong>: "No hay ninguna como ella." El piadoso WilliamRomaine, en los últimos años de su vida archivó todos sus libros y no leía más que su Biblia. Eraun hombre erudito, y con todo había sido monopolizado por ese único libro, y héchose fuerte porsu medio. Si nos vemos obligados a hacer lo <strong>mis</strong>mo por necesidad, recordemos que algunos lohan hecho por gusto, y no nos quejemos de nuestra suerte, porque las Escrituras nos harán “másSabios que los antiguos.” Nunca careceremos de un asunto santo, si continuamente nosocupamos en el estudio de ese libro inspirado. Además, hallaremos en él no sólo asunto, sinotambién ilustración, porque la Biblia es la mejor ilustradora de ella <strong>mis</strong>ma. Si necesitáisanécdotas, símiles, alegorías o parábolas, recurrid a las páginas sagradas. La verdad bíblicanunca tiene más encantos que cuando esta adornada con joyas tomadas de su propio tesoro.Últimamente he estado leyendo yo los libros de los Reyes y de las Crónicas, y he quedadoenamorado de ellos. Están tan llenos de enseñanzas religiosas, como los Salmos o los Profetas,cuando se leen con la debida atención. Me parece que Ambrosio fue quien dijo. "Yo adoro lainmensidad de la Biblia." Me figuro que escucho a cada momento la <strong>mis</strong>ma voz que resonó enlos oídos de Agustín, con respecto al Libro de Dios, diciéndole: "Tolle, lege" (Torna, lee). Puedesuceder que residáis en alguna población en donde no encontráis a nadie de quien poderaprender, ni libros que valgan la pena de ser leídos; y entonces leed la Ley del Señor y meditadladía y noche, y seréis "como un árbol plantado junto a la orilla del agua." Haced de la Bibliavuestra mano derecha, vuestra inseparable compañera, y no tendréis razón para lamentar loexiguo de vuestro equipo en otra clase de cosas.Quisiera yo que os impresionarais con la variad de que un hombre que cuenta con pocos recursospara proveerse de lo que necesita, puede suplir todo lo que le haga falta, pensando y meditandomucho. Pensar y meditar son cosas más provechosas que poseer muchos libros. La meditación esun acto del alma que desarrolla y educa al ser pensador. A una muchachita se le preguntó unavez si sabia lo que era su alma, y con gran sorpresa de todos contestó: "Mi alma es mipensamiento." Si esto fuere verdad, puede asegurarse que hay algunos que tienen un alma muypequeña. Sin pensar y meditar, la lectura no puede ser provechosa al espíritu, sino sólo alucinaral hombre haciéndole creer que está volviéndose sabio. Los libros son una especie de ídolos paraalgunos hombres. Así como las imágenes usadas entre los católicos romanos tienen por objetohacerlos pensar en Cristo, y lo que hacen es alejar su pensamiento del <strong>mis</strong>mo, así también loslibros cuyo objeto es hacer pensar a los hombres, sirven a menudo de estorbo al pensamiento.Cuando George Fox tomó un cuchillo filoso, se cortó un par de pantalones de cuero, y una vez enoposición con las modas de la sociedad, se ocultó en el hueco de un árbol donde se entregó apensar un mes seguido, se hizo un hombre de grandes pensamientos ante quien los hombrespensadores tuvieron que retirarse derrotados. ¡Qué alboroto causó no sólo entre el Papismo, laPrelacía y el Presbiterianismo de su época, sino también entre los sabios y eruditos144

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!