consagraron levantando cada uno su mano derecha y haciendo todos, una solemne oración. Supadre entonces predicó un sermón tomando por texto a 2 Tim. 2:1. "Pues tú, hijo mío, esfuérzateen la gracia que es en Cristo Jesús." Enviado de esta manera, predicó en la tarde sobre 2 Tes. 1:7,8. "Que el Señor le bendiga y le dé gran éxito." (Apuntes biográficos del Rev. Robert Hall, por J.M. Morris, 1833).Debe darse una considerable importancia al juicio de los hombres y de las mujeres que vivencerca de Dios, y en la mayor parte de los casos su veredicto no será equívoco. Sin embargo, estaapelación no es final ni infalible, y tiene que ser estimada sólo en proporción a la inteligencia y ala piedad de las gentes consultadas. Recuerdo bien cuan encarecidamente me disuadía depredicar una señora cristiana de las más piadosas que hayan existido jamás; yo procuré apreciarel valor de su opinión con sinceridad y paciencia, pero fue de mayor peso el juicio de personasde más vasta experiencia. Los jóvenes que se hallen en duda, harán bien en llevar consigo a susamigos más sensatos la próxima vez que tengan que ir a la capilla o lugar de reunión del campo ode la aldea, para ensayarse delante de ellos en la predicación de la Palabra. Yo he notado, quevosotros, señores, como cuerpo de <strong>estudiantes</strong>, en el juicio que formáis los unos de los otros,pocas veces o nunca os engañáis. Con dificultad podría hallarse un caso en que la opinióngeneral del colegio entero relativa a un hermano, haya sido errónea. Los hombres no son tanincapaces para formarse una opinión exacta unos de otros, como algunas veces se supone que loson. Juntándoos como lo hacéis en clase, en las reuniones de oración, en pláticas familiares y envarios ejercicios religiosos, os aforáis entre vosotros; y un hombre sensato no podrá fácilmentedesatender el veredicto de sus compañeros.No completaría yo este punto si no agregase que la mera habilidad para edificar y aptitud paraenseñar, no son bastantes, pues son menester otros talentos para completar el carácter pastoral.Un sano juicio y una sólida experiencia deben instruiros; modales finos y afecciones cariñosas,caracterizaros, y la firmeza y el valor manifestarse en vosotros, en quienes a la vez no debe faltarternura y simpatía por los demás. Dotes administrativos para gobernar bien, son tan necesarioscomo dotes de erudición para enseñar bien. Debéis ser idóneos para dirigir, estar preparados paraafrontarlo todo, y tener fuerza para perseverar. Con respecto a gracia debéis tener la cabeza y loshombros sobre los demás, a fin de que podáis ser su padre y consejero. Leed atentamente cuálesson las cualidades que necesita tener un obispo, en I Tim. 3:2-7, y en Tito 1:6-9. Si tales dotes ygracias no residen y abundan en vosotros, puede suceder que-tengáis éxito como evangelistas;pero como pastores, no podréis servir.3. Para que un hombre ponga más a prueba su vocación, después de haber ejercitado un poco susdotes tales como los de que he hablado ya, es preciso que vea algo que indique que la obra de laconversión camina bajo sus esfuerzos, pues de lo contrario, puede concluir que se ha equivocado,y por tanto, debe desistir del mejor modo posible. No es de esperarse que en el primero, ni aun enel vigésimo esfuerzo hecho en el público, podamos siempre notar un buen resultado; y unhombre puede sujetarse mientras viva a la prueba de predicar, si se siente llamado a hacerlo; perome parece que como hombre consagrado al ministerio, su co<strong>mis</strong>ión carecerá de sello hasta quelas almas sean traídas por su medio al conocimiento de Jesús. Como obrero, tiene que llevaradelante su trabajo tenga o no buen éxito; pero como ministro no puede estar seguro de suvocación, sino hasta que los resultados sean patentes. ¡Cómo me palpitó el corazón de alegríacuando se me dio la noticia de mi primer convertido! Nunca pude sentirme satisfecho sólo con20
una congregación numerosa, y las bondadosas felicitaciones de <strong>mis</strong> amigos; deseaba ardiente--mente que los corazones se conmoviesen, que las lágrimas se viesen correr de los ojos de lospenitentes. Me regocijé tanto como oí que adquiere un valioso botín, con motivo de que la esposade un pobre labrador, confesó que sentía la culpa del pecado, y había hallado al Salvador debidoa mi sermón de un domingo en la tarde. Tengo en este momento ante mi vista la choza en queella vivía; creedme, siempre la hallo pintoresca. Recuerdo perfectamente cuando la mujer fuerecibida en la iglesia, y cuando murió para ir a ocupar un celestial hogar. Fue el primer sello demi ministerio, y puedo aseguraros que un sello muy precioso, a la verdad. Fui más feliz de lo quejamás haya podido serlo una madre a la vista de su hijo primogénito. Entonces pude haberentonado el cántico de la virgen María, porque mi alma magnificó al Señor por haberse acordadode la bajeza de mi estado para concederme el alto honor de efectuar una obra por la cual todas lasgeneraciones me llamarían bendito, pues tanto así conceptué yo la salvación de un alma.Debe haber algo de obra de conversión en vuestros trabajos irregulares, antes de que podáis creerque la predicación tiene que ser el empleo de vuestra vida. Recordad las palabras del Señordichas por boca del profeta Jeremías; están muy adecuadas a este asunto, y deben alarmar a todoslos predicadores que no obtienen buenos frutos: "No envié yo aquellos profetas, y ellos corrían:yo no les hablé, y ellos profetizaban. Y si ellos hubieran estado en mi secreto, también hubieranhecho oír <strong>mis</strong> palabras a mi pueblo, y les hubieran hecho volver de su mal camino, y de lamaldad de sus obras." Jer. 23:21, 22.Es para mí una maravilla el que haya hombres que se hallen a gusto predicando año tras años sintener una conversión. ¿No tienen entrañas que los muevan a compadecerse de los demás?¿Carecen del sentimiento de responsabilidad? ¿Se atreven por una vana y falsa representación dela Soberanía Divina, a dejar que caiga el vituperio sobre su Señor? ¿O tienen la creencia de quePablo planta, Apolos riega, y Dios no da aumento alguno? En vano son sus talentos, su filosofía,su retórica y aun su ortodoxia, sin las señales que les deben seguir. Profetas cuyas palabrascarecen de poder, sembradores cuyas semillas todas se secan, pescadores que no cogen peces,soldados que no combaten, ¿son éstos hombres de Dios? Seguramente valdría más ser rastrillo delodo, o escoba de chimenea, antes que hallarse en el ministerio como un árbol enteramenteinfecundo. La ocupación más baja proporciona algún beneficio a la humanidad; pero el hombre<strong>mis</strong>erable que ocupa un pulpito y no glorifica nunca a su Dios haciendo conversiones, es un cerosocial, un borrón, un mal de ojos, una calamidad. Es caro por la sal que se come, y mucho máspor su pan; y si escribe a los periódicos quejándose de la pequeñez de su salario, su conciencia, sitiene alguna, podría bien contestarle: "ni aun lo que tienes mereces." Puede haber tiempos desequía, y ¡ay! años de amargura pueden consumir lo adquirido en años anteriores, pero con todo,habrá frutos de que echar mano, y frutos para la gloria de Dios; y en el entretanto, la esterilidadtransitoria hallará al alma presa de angustia indecible. Hermanos, si el Señor no os da celo porlas almas, dedicaos a cualquiera cosa que no sea el pulpito, tomad la piedra del zapatero o lacuchara del albañil, por ejemplo, si es que estimáis en algo la paz de vuestro corazón y vuestrafutura salvación.4. Un paso más allá de todo esto, es, sin embargo, preciso en nuestra investigación. La voluntaddel Señor relativa a los pastores, se da a conocer por el juicio suplicatorio de su iglesia. Esindispensable como una prueba de vuestra vocación que vuestra predicación sea aceptable alpueblo de Dios. Dios comúnmente abre las puertas de una buena expresión, a aquellos a quienes21
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mancha sobre el buen nombre que ten
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Además, las personas que los tuvie
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