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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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llamamiento de esta naturaleza, si realmente viene de Dios, debe estar acompañado de lahumildad y menosprecio de sí <strong>mis</strong>mo ) no pueda, con todo, abandonarlo. Juzgo que es una buenaregla investigar con relación a este punto, si el deseo de predicar es más ferviente en nuestrasmás vivas y espirituales fantasías, y cuando más nos hundimos en el polvo delante del Señor. Sies así, esta es una buena señal. Pero si, como algunas veces acontece, una persona está muyansiosa de predicar a las demás, cuando se halla con poca hambre y poca sed de gracia en supropia alma, es entonces de temerse que su celo dimane más bien de un principio egoísta, que delEspíritu de Dios."2. Además de este afectuoso deseo y buena disposición de predicar, debe en su debido tiempoaparecer la competencia suficiente para ello en cuanto a dotes, instrucción y modo de expresarse.Es seguro que si el Señor envía a un hombre a predicar a los demás, cuidará de proveerlo de loque ha menester. Creo que han pensado en constituirse en predicadores, muchos que apenasestaban en camino, o antes de su llamamiento a hacerlo. La principal diferencia entre un ministroy un cristiano privado, parece que consiste en aquellas dotes ministeriales que se le imparten nopara su propio beneficio, sino para la edificación de los demás. Pero digo que estos tienen queaparecer a su debido tiempo; no deben esperarse instantáneamente, sino por grados, en el uso delos medios adecuados. Son necesarios para el desempeño del ministerio, pero no lo son comorequisito previo para sancionar nuestras aspiraciones a él. Por lo que a vos hace, sois joven ytenéis tiempo ante vos, por tanto, creo que no debéis preocuparos con la investigación de si yatenéis tales dotes. Basta que vuestro deseo se haya fijado y que tengáis voluntad en el camino dela oración y de la diligencia, de estar a las órdenes del Señor que las concede. Por ahora no losnecesitáis."3. Lo que finalmente evidencia un llamamiento propio, es que tenga un principio providencial,por una reunión de circunstancias que gradualmente indiquen los medios, el tiempo y el lugarpara emprender los trabajos. Y hasta que esta coincidencia no se verifique, no debéis esperar vervuestro espíritu libre siempre de toda vacilación. La principal precaución que debe tomarse a esterespecto, es no dejarse llevar por las primeras apariencias. Si la voluntad del Señor fuese traerosal ministerio, ya os tiene designados vuestro lugar y vuestro servicio, y aunque no sepáis cualesson todavía, lo sabréis en su oportunidad. No teniendo los talentos de un ángel podrías hacernada bueno con ellos hasta que os llegue la hora prefijada por Dios, y él os conduzca a la gente1 Nosotros titubearíamos en hablar precisamente de esta manera. Los dotes deben manifestarsede alguna manera antes de que el deseo sea estimulado. Con todo, en lo esencial estoy deacuerdo con el Sr. Newton a quien haya determinado bendecir por vuestro medio Es muy difícilque nos restrinjamos aquí dentro de los límites de la prudencia, cuando nuestro celo es ardiente:al afectar a nuestro corazón un sentimiento de amor a Cristo, y de tierna compasión por lospobres pecadores, es natural que nos veamos impulsados a comenzar cuanto antes; pero el quecree no debe apresurarse. Yo duré cinco años bajo esta compulsión, pensando algunas veces quedebía predicar aun cuando fuera en las calles. Prestaba atención a todo lo que me parecíaplausible, y a muchas cosas que no las juzgaba así; pero el Señor bondadosamente, y de un modoinsensible, por decirlo así, obstruyó mi camino con espinas: a no haber sido esto, y abandonadoyo a <strong>mis</strong> propios sentimientos, habría puesto fuera de mi posibilidad el haber sido colocado enuna esfera de utilidad tal como a la que él en su debido tiempo se ha servido conducirme. Yahora puedo ver con claridad que en el tiempo en que yo habría querido salir a la palestra,aunque mi intención haya sido buena en el fondo, como quiero creerlo, con todo, me estimaba yo23

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