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Discursos a mis estudiantes - David Cox

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sus razones son como dos granos de trigo escondidos en dos fanegas de hollejos: podéisbuscarlas todo el día sin hallarlas; y cuando las hayáis encontrado, veréis que no valen el trabajoque ha costado buscarlas."Las apelaciones que excitan los afectos son excelentes, pero si no van acompañadas deenseñanzas, son simplemente una apariencia, un incendio de pólvora sin tirar una bala. Estadseguros de que la revivificación más ferviente se acabará cual mero humo, si no se sostiene porel combustible de la enseñanza. El método divino es presentar la ley a la mente, y enseguidaescribirla en el corazón; de este modo se ilumina el juicio y se someten las pasiones. Leed Heb.8:10, y seguid el modelo del pacto de gracia. La nota de Gouge sobre este pasaje se puede citaraquí con propiedad: "Los ministros deben imitar a Dios en esto, y esforzarse lo más posible eninstruir al pueblo en los <strong>mis</strong>terios de santidad, en enseñarle todo lo que es necesario creer ypracticar, y en animarlo, después a hacer todo lo que se le ha enseñado. De otro modo el trabajode ellos puede ser en vano. Faltar a este procedimiento es la causa principal de que los hombrescaigan en tantos errores como lo hacen en este tiempo." Puedo agregar que esta últimaobservación ha aumentado su fuerza en nuestros días: los lobos de la herejía devastan los redilesde los ignorantes: la enseñanza sana es la mejor defensa contra las herejías que nos rodean. Losoyentes desean y deben tener buenos conocimientos de los asuntos bíblicos. Son acreedores aexplicaciones exactas sobre las Escrituras y si el ministro es "un intérprete, uno de mil," unmensajero real del cielo, las dará abundantemente.Sea cual fuere la cosa que se tenga, la ausencia de verdades edificantes e instructivas, así como lade harina para el pan, será fatal. Muchos sermones estimados por su contenido, más bien que porsu área superficial, son muy malas muestras de discursos piadosos. Creo que se dice con mucharazón, que si escucháis a un profesor de astronomía o geología aun por poco tiempo, obtendréisuna idea medianamente clara de su sistema; pero si escucharéis no sólo por un año, sino pordoce, a la mayor parte de los predicadores medianos, no legrareis formaros una idea satisfactoriade su sistema de teología. Si esto es así, es una falta grave que no se puede lamentar demasiado.¡Ay! las declaraciones confusas de muchos respecto de las mayores realidades, y el ofuscamientode otros al pensar en las verdades fundamentales, han dado mucho lugar a la crítica queacabamos de indicar. Hermanos, si no sois teólogos, no sois buenos para nada, como pastores.Podéis ser los mejores retóricos, y hacer uso de las sentencias más pulidas; pero sinconocimiento del Evangelio y aptitud para enseñarlo, sois como metal que resuena o platillo queretiñe. Las palabras sirven con demasiada frecuencia como hojas de higuera para cubrir laignorancia del predicador sobre asuntos teológicos. Se ofrecen muchas veces períodos elegantesen vez de doctrinas sanas, y adornos retóricos en vez de pensamientos robustos. Estas cosas nodeben existir. La abundancia de declamación vacía, y la ausencia de alimento para el alma,tornará un púlpito en una caja de hinchazón, e inspirará menosprecio en vez de reverencia. Si nosomos predicadores que instruyen y no alimentamos al pueblo, podemos citar con frecuencia lapoesía más elegante, y vender por menor los sacos de viento de uso, pero estaremos como Nerónantiguamente, que tocaba el violín mientras que Roma estaba quemándose; y mandaba buques aAlejandría para traer arena con qué empedrar el circo, mientras que la gente estaba pereciendo dehambre. Insistimos en que debe haber abundancia de pensamientos en los sermones, y en seguidaque estos deben estar conformes con el texto. El discurso debe ser sacado del texto por reglageneral, y cuanto más evidente sea esto, tanto mejor éxito tendrá; pero por lo menos, debe estarrelacionado muy íntimamente con el texto.54

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